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INTERNACIONALES |
La mafia anexionista de Miami y...
Un negocio abocado
a la quiebra
NIDIA DIAZ
APESADUMBRADOS y desconcertados, a pesar de sus ínfulas de arrogancia, andan hoy los anexionistas por las calles de Miami. El lucrativo negocio del que han vivido en estos casi 40 años está abocado inexorablemente a la quiebra, sus clientes comienzan a mostrar síntomas de rechazar la mercancía anticubana.
Y, aunque pudieran aparentar asombro por la derrota de la Resolución norteamericana en la Comisión de Derechos Humanos, en Ginebra, desde hace un tiempo, como perros hueveros, olfateaban que algo andaba mal y que el escenario político mundial no era ya tan proclive al aislamiento y la hostilidad contra la Revolución y el pueblo cubanos.
En su impúdica perreta, acusan a sus progenitores estadounidenses de no haber utilizado todo el arsenal de presiones y chantajes con el que habitualmente amedrentan a terceros y, en consecuencia, se quejan de una pérdida de liderazgo de Washington en la CDH.
Cegados por la roña son incapaces de admitir que la victoria cubana en Ginebra este 21 de abril fue resultado no de la abulia de la delegación estadounidense sino de un proceso que cada vez con más fuerza se abre paso en el escenario político mundial donde las campañas de mentiras y desinformación contra la Revolución Cubana se resienten ante la realidad de nuestro país.
Es bueno recordar que la bandera anticubana en el terreno de los derechos humanos apareció en Ginebra justo cuando la lógica imperialista apostaba al inexorable fin de la Revolución Cubana. No podían pensar de otro modo los que no tuvieron nunca talento para comprender que esta de Cuba, era una Revolución verdadera cuya existencia se debe sólo al coraje, la dignidad y el apoyo abrumadoramente mayoritario recibido de su pueblo.
Al no admitir su derrota intentan interpretar como debilidades tácticas y meramente coyunturales el aplastante revés sufrido por Washington en Ginebra y que hizo volar en pedazos el oprobioso mecanismo, con que durante años intentó sentarnos en el banquillo de los acusados.
Tampoco les conviene comprender a los mercaderes que el voto de apoyo dado este lunes a la justa posición de principios de nuestra Revolución, constituye no sólo un golpe demoledor a la esencia misma de la política anticubana sino un histórico precedente de que los países pobres, los del discriminado y humillado Sur, comienzan a actuar de consuno.
Este 21 de abril al votar por Cuba, aun aquellos que lo hicieron desde la abstención, los representantes de la mayoría de los pueblos del Tercer Mundo, miembros de la CDH, votaron por el destino de sus propios pueblos, por la defensa de su soberanía, por su derecho a la autodeterminación.
En este momento histórico, la mafia anexionista de Miami siente que la tierra se mueve a sus pies, y chillan histéricos porque, con razón, se sienten los principales derrotados pues han sido durante estos casi 40 años los instrumentos y promotores de una política condenada al fracaso.
Una muestra evidente de su desesperación es la iniciativa de ley que anunciaron ayer los tres congresistas de extrema derecha de origen cubano conminando al gobierno de los Estados Unidos para que "preste una ayuda directa a los grupos de oposición política interna de Cuba por los medios que se considere más adecuado".
Los tres sujetos coincidieron en que de este modo se reforzaría uno de los apartados de la ley Helms-Burton que ya prevé esta "ayuda" a los grupúsculos contrarrevolucionarios lo cual, según ellos, no ha sido ejecutado con suficiente énfasis por parte de la Administración Clinton.
Estos delirantes anexionistas se desenmascaran a sí mismos y desenmascaran también a sus acólitos aquí cuando de forma tan desfachatada los muestran como vulgares receptadores del dinero de los contribuyentes norteamericanos.
Quienes sacaron ventajas en estos últimos años de las diferencias entre la Casa Blanca y el Congreso, inclinándose con oportunismo a unos o a otros según sus conveniencias, sienten que les queda poco de qué asirse en un mundo en que se abre paso la idea de que la firmeza, el decoro y la valentía del pueblo cubano son razones suficientes para que forme parte, sin prejuicios ni presiones y sin abandonar un ápice su convicción socialista, del concierto de naciones verdaderamente libres.