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 Arte, calle, teatro, luz
En nuestro país proyecto
socio-cultural de Medellín

Jorge Ignacio Pérez
Después de un periplo por el
centro y el oriente de la Isla -Cumanayagua, en
Cienfuegos, y Bayamo, en Granma, han sido sus principales
destinos-, la Corporación Cultural Nuestra Gente se
presentó ayer en el patio de la Casa de Cultura de 10 de
Octubre, un espectáculo a cielo abierto que resolvió
cómodamente ese fenómeno comunicativo no tan fácil de
realizar: el denominado teatro de calle.

Mujeres entre ángeles y demonios, espectáculo callejero
dirigido por Jorge Blandón y fruto además de la
creación colectiva, se exhibió ayer en el patio de la
Casa de Cultura de 10 de Octubre.
Nuestra Gente es un proyecto
radicado en la ciudad de Medellín, Colombia, y cuenta
con más de una década de trabajo en los barrios de esa
compleja urbe, donde la violencia convive con el
transeúnte e intenta protagonizar los principales roles
de la cotidianidad.
Aunque con respecto al trabajo
comunitario que se desarrolla en nuestro país existen
distancias obvias, por la impronta diferente que embarga
a cada uno de los públicos-receptores, sí existen
líneas de conexión entre la proyección del grupo de
Medellín y varios del patio, pues se trata de una
propuesta llevada al barrio sin las añadiduras fomales
que supone un espectáculo concebido para la sala oscura.
Es por ello que el Centro Nacional
de Cultura Comunitaria, en coordinación con el
Ministerio de Cultura y el grupo Teatro de los Elementos,
de Cumanayagua, auspician aquí las funciones de la
Corporación..., curiosamente un colectivo portador de un
repertorio heterogéneo que incluye, además de montajes
infantiles, una versión del conocido texto dramático Decir
sí, de la argentina Griselda Gambaro, en la línea
del teatro del absurdo.
Para Jorge Blandón, director del
proyecto artístico-social, el actor debe registrar un
espectro amplio en cuanto a su desenvolvimiento
escénico. En su concepción del asunto no separa el
teatro en especialidades ni géneros. "A través del
arte -dice Blandón-, ofrecemos alternativas a la gente.
Dentro de ese oscurantismo que la violencia propone, el
arte se impone como una luz, y teatro, música y títeres
atraen a los niños y jóvenes que andan delinquiendo por
ahí".
En un breve recuento narrado a este
diario por el joven teatrista, salió a relucir la
difícil situación que vivió Medellín en 1991 con el
llamado Cartel de la Droga, época dura e intoxicada con
el miedo a transitar de noche por las calles, como si
algún toque de queda hubiera corrido de boca en boca.
"Entonces lanzamos un proyecto denominado Barrio
Comparsa -comenta Jorge Blandón-, en el que se
aglutinaron más de 65 agrupaciones comunitarias de todo
tipo, con el objetivo de reivindicar la noche como un
espacio de vida para la gente, y salimos a las
calles".
Hasta nuestros barrios y otros
escenarios más formales ha llegado esta Corporación
Cultural sudamericana con sus esperpentos; zancos de
hasta un metro y medio de altura que, junto con
personajes construidos a partir de la fabulación y la
cuentística oral colombiana, provocan cierto ilusionismo
visual en los más pequeños, unas obras mediante el
recurso del gesto y otras afincadas en la palabra viva.
Esta tarde, a las 2:00 p.m., se presentan en la Casa de
la Comedia (Baratillo y Jústiz, La Habana Vieja), y
mañana jueves pasarán por el municipio de Guanabacoa.
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