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Estrellas principales en la OMC,
Fidel Castro y Mandela fustigan
la mundialización
¿Quién pudiera haberse imaginado hace un año solamente que Fidel Castro sería delirantemente aclamado en el templo mismo del liberalismo? Para las celebraciones del cincuentenario del sistema multilateral de comercio, el viejo rebelde cambió su uniforme por un traje oscuro, pero sus convicciones siguen siendo las mismas. Denunció el intento norteamericano de cometer "un genocidio económico" contra Cuba. Pero sobre todo, frente al poderío norteamericano, la emprendió contra el silencio de la OMC y contra el discurso predominante: "¿Por qué no se menciona el intercambio desigual? ¿Por qué no se aborda el tema de la carga insoportable de la deuda externa? ¿Por qué se ha reducido la ayuda al desarrollo?
Con el título: Los líderes del Sur son los protagonistas de Ginebra, se publicó en la primera plana de Le Temps esta foto con el siguiente pie:
OMC. Después de Bill Clinton el lunes, Fidel Castro y Nelson Mandela fueron el martes los protagonistas de la conferencia ministerial de la Organización Mundial del Comercio. El líder cubano la emprendió contra el silencio de la OMC sobre el intercambio desigual y la carga de la deuda. Su denuncia de las "leyes ciegas del mercado", muy aplaudida, fue seguida por una argumentación casi tan dura de Nelson Mandela, quien alertó contra la violencia que puede generar la agudización de las desigualdades.
Un delegado africano asentía con la cabeza al escuchar estas palabras: "Solo él tiene el valor de decir lo que pensamos todos", afirma con admiración. Fidel, fustigando "las leyes ciegas del mercado", sigue desde la tribuna: "¿Cómo vamos a vivir? ¿Qué bienes y servicios vamos a exportar?" Manidas o no, las argumentaciones del cubano adquirían una particular relevancia. Crisis asiática, convulsión indonesia, movimientos de los sin tierra en América Latina, personas excluidas en los países desarrollados, el jubileo de la OMC no tenía nada de jubiloso. Detrás del podio, el director de la OMC, Renato Ruggiero, y los consejeros federales Flavio Cotti y Pascal Couchepin, parecían boxeadores acorralados.
De repente, la marcha triunfal hacia el progreso dibujada la víspera por Bill Clinton, sufría un duro golpe.
Nelson Mandela tomaba el relevo de Fidel Castro para destruir la ilusión de un futuro luminoso que había tratado de pintar Clinton. (Sigue un comentario sobre algunos pasajes del discurso de Mandela).
Es ya evidente que todas las certezas proclamadas desde hace años en los simposios de Davos y otros encuentros internacionales acerca del "milagro asiático", son obsoletas. A la luz de los acontecimientos, Fidel Castro, desde su papel de eterno "rebelde", y Nelson Mandela, encarnación de la "conciencia" de la comunidad internacional, han sido ayer las estrellas indiscutibles de la cumbre de la OMC. Extraño giro de las cosas: estos dos hombres en el crepúsculo de sus vidas políticas están mejor situados frente a las realidades sociales que el joven presidente norteamericano.
Facsímil de la página 4 de Le Temps, uno de los principales diarios de Ginebra que publicó este miércoles 20, el artículo que a continuación reproducimos textualmente.
Cada uno a su manera, Castro y Mandela, han encontrado puntos de contacto con los manifestantes que han colmado las calles de Ginebra protestando contra la reunión de la OMC. La exclusión de millones de desempleados, de los carentes de techo aquí y los carentes de tierra en América Latina, las reivindicaciones sectoriales en todas las esferas, la organización de movimientos de poblaciones autóctonas... todo esto está conformando una nueva forma de protesta social basada en un sentimiento de injusticia, de frustración y de cólera. Castro no se equivoca, cuando termina su discurso sugiriendo irónicamente agregar un tema en las discusiones de la OMC: "Crisis económica globalizada. ¿Qué hacer?"