INTERNACIONALES

La era del euro


ARSENIO RODRIGUEZ

EN UN principio fue la utopía. Europa renacía de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial. Entre sus escombros surgía el proyecto de lo que es hoy la Unión Europea.

Tras 53 años, de las 15 naciones que la integran 11 se preparan para iniciar lo que pudiera definirse como la era del euro, que comenzará a materializarse este año y culminará en el 2002, cuando la nueva moneda se convierta no sólo en símbolo de la integración europea, sino también en un posible dolor de cabeza para el dólar.

El camino desandado no fue fácil, ni lo será. Son muchas las interrogantes que quedan por responder, y son muchos los que aún no saben exactamente cómo será la integración prometida, pero en lo que sí coinciden los especialistas es en la necesidad de la unión, no solo monetaria, sino de todo tipo, para poder enfrentar los retos del actual mundo globalizado.

Muchos son los encuentros -y desencuentros- que las principales autoridades comunitarias han llevado a cabo para adelantar estas ideas.

Un momento clave en este proceso fue cuando aprobaron el Tratado de Maastricht, documento rector que obliga a cada país a cumplir con cinco principales requisitos a cada una de sus economías.

En síntesis, los parámetros a cumplir están en el nivel de inflación máxima, un déficit público del 3% del PIB, una deuda pública máxima del 60% del PIB, los tipos de interés y de cambio de moneda, que permitan hablar a la Unión Europea de naciones con economías estables y capaces de integrarse coherentemente.

¿QUIENES SON LOS CANDIDATOS?

Los datos proporcionados por los 11 candidatos a la integración monetaria en un primer momento, fueron dados a conocer en Bruselas a fines de febrero y considerados por el presidente de la Comisión Europea, Jacques Santer, como una base sólida del crecimiento económico actual de esos países.

Alemania, Austria, Bélgica, España, Finlandia, Francia, Holanda, Irlanda, Italia, Luxemburgo y Portugal son las naciones que cumplen con los indicadores de Maastricht para poder adoptar el euro el primero de enero de 1999. En principio para los mecanismos bancarios y financieros, pues no es hasta el 2002 en que la moneda esté en manos del ciudadano común.

Otros tres miembros: Reino Unido, Dinamarca y Suecia, decidieron -aunque cumplen los requisitos- no entrar en esta primera oleada. Quedando fuera también Grecia, pero en su caso por no estar preparada para cumplir con los indicadores.

¿QUE SUCEDERA AHORA?

Existen aún pasos formales que deben cumplimentarse, como el analizar si el nivel económico anunciado por las 11 naciones puede mantenerse sin incrementar su déficit y el grado de convergencia económica de cada uno, lo que estará a cargo de la Comisión Europea y del Instituto Monetario Europeo, instancias que deberán aprobarlo a fines de marzo.

De fluir todo, como esperan las autoridades comunitarias, los candidatos serán aprobados, o no, por la reunión de ministros de Finanzas de la Unión Europea, prevista para inicios de mayo, y finalmente, deberán ser ratificados por el Parlamento Europeo y los jefes de Estado y de Gobierno en próximo encuentro.

Todos los países aprobados serán los que el primero de enero del próximo año emprendan, como señalan algunos especialistas, la aventura del euro.

AVENTURA CON VENTURA

Es de destacar el término aventura, porque el proceso para llegar a la moneda única realmente está muy lejos de ser tal y, si lo fuera, cuenta con toda la ventura para hacerse realidad y con el aval matemático de los resultados económicos de cada una de las naciones.

Es innegable que se trata de un fenómeno que preocupa y ocupa no sólo a los que aspiran llegar a la unión monetaria, sino y sobre todo, a los restantes polos hegemónicos en que se ha repartido el mundo actual: Estados Unidos y Japón con sus respectivos aliados.

Preocupa también a amplios sectores de la población comunitaria, en algunos países más que en otros, pero que no ven con buenos ojos las decisiones de sus respectivos gobiernos y ya conocen los resultados de algunas de las medidas antipopulares que hacen posible cumplir con Maastricht.

Lo que es innegable la fortaleza que tendrá, cuando finalmente exista el euro, respaldado por fuertes economías (cuatro de los 15 forman parte del G-7) y de sociedades del primer mundo, amén del innegable papel que, de conjunto, juegan en el escenario mundial.

La era del euro está a punto de iniciarse.


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