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Corazón andante

Luis Gómez, casi un siglo se ha llevado el viento

Jorge Ignacio Pérez

Luis Gómez es de esos hombres afortunados no sólo por llevar el don de la palabra, sino por haber transitado casi de principio a fin el siglo de la llamada modernidad. Aunque sus ojos ya no le ofrezcan más que nubes blancas, su corazón de poeta se resiste a los tirones del ocio que, a cierta edad, intentan postrar a la gente en un sillón solitario para decir historias pasadas.

Luis Gómez es el más conocido repentista local, uno de los emblemas de la cultura cienfueguera.

Y es que estamos hablando de un poeta popular, de esos decimistas andantes cuyo arte, por concepto original, no se acompaña de los registros impresos. Sólo la historia se encarga de hacerle justicia a un repentista, aunque sus versos, miles, incontables a la vuelta del tiempo, sean mas hijos del viento que de la memoria.

Un documentalista quiso llamarle el último poeta, mientras otros conocedores lo identifican como el rey del punto carvajal, por lo mucho que Luis gusta de esa tonada con aire flamenco que se presta, sobre todo, para las décimas de carácter sentimental. Así nos pareció este bardo de 93 años de edad cuando lo visitamos en su casa citadina de Cienfuegos: un sentimental, quejumbroso por un olvido aparente, quizá más marcado por la no asunción del paso de los años, o de la llegada de las canas como él mismo dijera en versos.

Aunque ahora sale poco de casa, Luis no lo piensa mucho cuando lo invitan a improvisar en una canturía, y los sábados, a las 2 de la mañana, tiene una hora de radio en vivo, buscando rimas para los pies forzados de la gente que llama a la emisora. Los gallos finos son su otra pasión en la vida.

Enemigo del falso repentismo -"eso no se estudia ni se programa, se dice por naturaleza"-, hoy día es uno de los artistas populares que más prestigia a su provincia, y juglares que más han trascendido en el arte, como Silvio y Pablo, lo han buscado algunas veces para compartir un ámbito guajiro, en el sentido menos terrenal de la palabra. Luis Gómez nació en Cumanayagua, en las estribaciones del Escambray, pero su vida bohemia quizá compita con las más intensas de las conocidas:

Desde los nueve años me fui con un circo. Después seguí de bar en bar y recorrí todos los rincones de Cuba: los campos, los pueblos. Dormí en muchos parques, sótanos de iglesias y portales de casas coloniales. Todo eso con un hijo de tres años a cuestas. Inauguré la emisora de radio de aquí y después fundé el programa El cocodrilo verde de la CMHW, de Santa Clara. Luego fui a una emisora en Placetas, y así llegué a Cabaiguán, Ciego de Avila, Victoria de las Tunas...

Pero estos poetas, hijos naturales de una cultura tradicional, también son presa de la nostalgia y ahí es donde el verbo parece más duro, incluso después de haber improvisado hermosas décimas de amor durante esta entrevista:

Llevo más de 80 años cantando; esa ha sido toda mi vida. De manera que ya lo mío se lo llevó el viento. Lo que me queda es frío en el alma y humo en los ojos, como decía aquella película.

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