CULTURALES

Juan Oscar Alvarado

La Patria como arte mayor


LUIS SUARDIAZ

EL 24 de noviembre se cumplirán sesenta años del nacimiento en Santa Clara de Juan Oscar Alvarado, y acaso en su fecunda madurez sería un reconocido maestro de las letras, un sabio, un apacible abuelo. Pero él, lector desde los cinco años de José Martí, pronto escogió la estrella que ilumina y mata  y como muchos jóvenes de los años cincuenta y de otros decenios cruciales de nuestra historia se entregó decidido, consciente, al sacrificio y encontró la muerte a manos de los más criminales esbi-rros del batistato el 10 de abril de 1958. Tenía entonces solo 19 años y una hermosa hoja de servicios a la Patria.

Juan Oscar, el poeta asesinado el
10 de abril de 1958.

Su vida breve se caracterizó por la intensidad y la impaciencia. Alumno aplicado. Mereció setenta medallas durante sus estudios primarios. Hijo de un notable abogado y de una farmacéutica y profesora de música, aprendió a ser patriota en el hogar martiano. Durante sus estudios de bachillerato en la Havana Military Academy se inclina al periodismo, a la literatura y a la lucha social. Conoce entonces a quien sería su amigo y compañero de sueños redentores hasta la muerte, José Adolfo Macau, funda una revista estudiantil de impecable factura: Diana y no solo se ocupa de cuestiones artísticas sino que escribe sobre reforma agraria y reclama justicia para los campesinos esquilmados por el execrable sistema.

Una de las lecturas que lo conmovieron fue La historia me absolverá; el alegato de Fidel es un impulso decisivo para entrar de lleno en el combate. Ingresa en la escuela de Derecho y establece nuevos vínculos; uno de sus amigos entrañables es el pinareño Luis Saíz Montes de Oca, nacido como él en noviembre de 1938, como él joven pensador y poeta, integrante de las Brigadas de Acción y Sabotaje del M-26-7, y antes que él asesinado también por la jauría batistiana.

Juan Oscar es uno de los fundadores y animadores del Grupo Renuevo y de su revista; escribe crónicas, artículos, críticas teatrales -sobre la obra cubana Desviadero 23 y sobre una versión escénica del diario de Ana Frank- poemas, anota temas para el porvenir, traza aforismos, pensamientos -No deseches un solo instante de tu vida, puede ir en ello tu inmortalidad... El hombre verdadero solo ha de acatar la religión de su esfuerzo personal... Mi mayor muerte es saber que voy a morir.... Abandonar este mundo sin haber dejado una obra hermosa es no haber vivido- pero siente que en tiempos de urgentes combates no basta con la consagración a las letras y en carta pública renuncia al Grupo, por su pasividad ante el drama nacional.

Sin abandonar sus estudios de Derecho, Juan Oscar ingresa en la Escuela Profesional de Periodismo Márquez Sterling y allí encuentra otro escenario para la lucha. Sus compañeros que se esfuerzan por desentrañar las claves de un oficio signado por la urgencia y el peligro, pronto descubren a un joven inquieto y ejemplar. Algunos comparten con él faenas clandestinas desde su automóvil que es un arma más de la Revolución.

Al decidirse la huelga revolucionaria redacta una proclama, llama al cese de las clases en su propia escuela, participa en acciones armadas aquel 9 de abril, junto al entonces estudiante de medicina José Adolfo Macau. Caídos varios de los jefes de aquella acción heroica, buscan momentáneo reposo la noche del 10 en un refugio en apariencia seguro del reparto Sevillano. Esa noche los azorados vecinos ven llegar cinco perseguidoras con la flor y nata del crimen uniformado: Ventura Novo, Carratalá, Pilar García, Irenaldo García Báez, Martín Pérez y el infame Calviño que sorprenden a los jóvenes y descargan sobre ellos sus numerosas balas de odio.

El 9 de enero de 1959, en los primeros días del triunfo revolucionario, el diario La Prensa, de Nueva York, publica uno de los mejores sonetos de Juan Oscar. Algunos de sus compañeros de armas se enteran entonces de que aquel joven ejemplar era también un lírico en agraz. Años después las antologías, las revistas van dando a conocer textos suyos y en 1971 Luis Rogelio Nogueras prepara un pequeño libro con sus escritos para la colección Pluma en Ristre. Son páginas que ya germinan y que anuncian la obra posible. Esa obra posible es sobre todo la Patria libre a la que se consagró. Por eso de Juan Oscar no se podrá nunca decir que abandonó este mundo sin haber dejado una obra hermosa.


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