Nancy Jiménez R.
Huérfano de padre a los dos años en un hogar humilde de Candelaria transcurre su
niñez. Un tío zapatero, comunista, lo acoge en su pequeño taller como aprendiz; los
comentarios que allí escucha, la literatura que lee y la injusticia ambiente le abren los
ojos y orientan su rebeldía innata. A su voluntad de superación suma una inteligencia
preclara.
Ingresa en la Escuela Normal para Maestros de La Habana a los 14 años, en 1953. Tres
meses después del asalto al Cuartel Moncada, el cual repercute en la conciencia de toda
una joven generación que de una forma u otra enfrenta al tirano.
La corrupción del régimen se refleja en la Normal, en la venta de plazas y notas de
exámenes y otros desmanes que enfrenta de inmediato.
Para Fulgencio ya es evidente que detrás del poder castrense está el imperialismo
norteamericano, cuya codicia sobre Cuba desde el siglo pasado conoce por la denuncia de
José Martí, su paradigma.
Se incorpora a la lucha organizada al ingresar en la Juventud Socialista y bien pronto
no es solo el responsable del pequeño grupo de militantes del centro sino el líder del
estudiantado normalista. Sus ojos azules brillan intensamente cuando nos arenga. La
actividad febril de aquel joven delgado y estatura baja es inagotable.
Vinculado a la FEU desde que prácticamente comienza sus estudios en la capital,
participa en la toma del Instituto del Vedado el 30 de noviembre del 55, dirigida por
Echeverría; el 2 de diciembre baja impetuoso en la manifestación universitaria que,
agredida por la policía, protesta contra la componenda electoralista. Caen heridos José
Antonio, su hermano Alfredo y Fructuoso Rodríguez.
En solidaridad con los obreros azucareros en huelga participa en la ocupación de la
Asociación de Hacendados. Cuatro manifestaciones, tres detenciones y una golpeadura es su
saldo de ese fin de año.
Encabeza a un grupo de jóvenes que penetra en la sucursal del periódico Miami Herald,
editado en La Habana. Dañan algunas áreas del taller, protestan por la impúdica
posición probatistiana del libelo.
En enero de 1957 es expulsado de la Normal. Sin embargo, su influencia en el plantel no
decae; entra, sale, actúa y hasta examina algunas asignaturas.
Así es su vida: combate, estudio, agitación, persuasión, numerosas detenciones. Es
reservado, serio, poco conversador... Inspira mucho cariño.
Llega a ser secretario de organización del Comité de la Juventud Socialista en La
Habana-Ciudad, sin desatender los centros docentes. Despliega una intensa actividad en el
Frente Estudiantil Nacional que agrupa a alumnos de la enseñanza media, unidos en el
objetivo común de lucha contra la dictadura. En todo su quehacer es un abanderado de la
unidad, así como un tenaz combatiente contra las posiciones anticomunistas y cualquier
tipo de sectarismo.
Oroz admira a Fidel y en la medida que la lucha se radicaliza comprende y defiende que
la vía armada es la correcta, suele decir que "en la Sierra se decide lo
principal" y pide insistentemente que lo envíen a cualquier frente. Mientras,
trabaja con denuedo en el acopio de suministros para la guerra.
En la noche del 2 de diciembre del 58 en las inmediaciones de la clínica Hijas de
Galicia, en Luyanó, es apresado junto a unos compañeros del Movimiento 26 de Julio por
esbirros de Carratalá. Conducidos a la 10ma. Estación de Policía, los golpean y
torturan. A Oroz, por su filiación, lo trasladan al Buró de Represión de Actividades
Comunistas (BRAC).
Una intensa búsqueda se desata por toda la ciudad. Hay protestas enérgicas en la
Normal y suspensión de clases; en el Instituto del Vedado realizan un paro de dos días;
la dirección del de la Víbora cierra las aulas para evitar disturbios.
Fulgencio conoce numerosas casas clandestinas y a incontables dirigentes y militantes
revolucionarios. Sin embargo, nadie corre peligro. ¿Por qué él inspira tanta confianza?
Porque había dado sobradas muestras de entereza moral, de abnegación, de entrega. Es
imposible que una persona con sus virtudes claudique de sus ideas, de sus sueños de
justicia y de cambios sociales ante un cobarde torturador o ante un asesino desalmado.
Cada día sin noticias de Oroz es un día de angustia y, a la vez, de optimismo, de
creciente fe en la victoria por los éxitos y el avance arrollador del Ejército Rebelde.
Con el 1ro. de Enero llega el triunfo revolucionario. Continúan las indagaciones.
Jamás tuvimos indicio alguno de lo que hicieron con su cuerpo asesinado. ¡Con cuánta
saña lo habrán tratado sus verdugos!
En la historia de Cuba los jóvenes siempre han estado en primera fila, los que hoy
construyen y defienden nuestra Patria independiente y socialista, tienen en Fulgencio Oroz
un digno ejemplo a seguir. El quiso ser maestro, que "es ser creador". Solo le
faltaron tres asignaturas para lograrlo, mas se graduó de creador, porque también los
héroes son creadores de la nueva vida.