CULTURALES

El retorno de Cecilia


TONI PIÑERA

A partir de su estreno en 1932, se cuentan ocho las versiones de la zarzuela cubana Cecilia Valdés, de Gonzalo Roig. La más reciente apareció el pasado fin de semana en la escena de la sala García Lorca del GTH, de la mano del Centro Pro Arte Lírico de La Habana.


Detrás de esta comedia lírica hay una minuciosa labor investigativa que involucró, además de Amán y Duchesne Cuzán, a un equipo integrado por el crítico Vázquez Millares, Pedro Arias Domínguez -asistente de dirección- y Enrique Río.

Lo más destacado de esta Cecilia... -puesta en escena y diseño de escenografía a cargo de Juan R. Amán, y dirección musical del maestro Manuel Duchesne Cuzán, que necesita aún limar algunos aspectos-, es que logra ese sustento social del libreto sin afectar los valores melodramáticos de la pieza. Amén de respetar la monumental partitura de Gonzalo Roig, tal y como el maestro la concibió en su estreno. Aquí es necesario referirse al esmerado trabajo musical de Duchesne Cuzán, y al de la orquesta que respondió - al menos en el primer día- en muy buena forma.

La nueva Cecilia... pretende ser un espectáculo que contribuye a nuestra imagen vernácula desde el ángulo de la contemporaneidad. Aunque esto último no se consigue del todo, en primer lugar porque el talón de Aquiles de esta versión es precisamente el diseño escenográfico, cuyas soluciones están inconclusas en su realización: en tamaño, colores, y hasta funcionabilidad (en la falta de organicidad y fluidez del desempeño escénico).

Si se suman problemas con los accesorios del vestuario -no hay nada nuevo por la falta de recursos, aunque se buscaron soluciones dignas muy acordes con la época-, vale la pena llamar la atención en estos aspectos, necesarios de superar para próximos empeños que tiene la Cecilia... a nivel internacional.

LAS ACTUACIONES

Niurka Wong vistió el papel de Cecilia Valdés en la primera función. Ella posee carisma, una presencia singular en escena, y una hermosa voz de soprano lírica, que, sin embargo, no llena este personaje del lado musical, pues requiere de mayor fuerza. Pero no caben dudas de que con un trabajo sostenido puede alcanzar una Cecilia personal. A su lado, el experimentado tenor Adolfo Casas, un Leonardo por excelencia, volvió a demostrar su clase interpretativa y musicalmente.

El capítulo de las sorpresas agradables estuvo encabezado por Maité Milián (Isabel Ilincheta), una soprano que a su proyección artístico-vocal, une potencialidades histriónicas por explotar. ¿No podrá ser ella una próxima Cecilia? Otra revelación de la nueva cantera, en su debut como solista fue el bajo cantante Ahmed Azcuy (Francisco Solfa), mientras que Martha Gutiérrez, en el enfoque de la fuerza dramática de la Dolores Santacruz quedó por debajo de lo que se esperaba, y el excelente barítono Nelson Martínez debe penetrar más en la piel del personaje de José Dolores Pimienta, en su sicología y realidad.

En Cecilia... hay actores probados que saben muy bien su oficio (Rosita Fornés brilló en la Doña Rosa Sandoval, y Enrique Almirante, en su debut en el género, convenció en el Don Cándido Gamboa, la consagrada Olivia Belizaire bordó la Chepilla y Señá Caridad. Humberto Lara (Don Melitón), junto con los noveles Henry Mendiz (Tirso) y Karelia Bécquer (Dolorita) dejaron agradable huella en el cuadro vernáculo que tuvo su máxima expresión en el tango-congo Tanilá. La soprano Dayaní Pérez sacó con fuerza y gracia la Mercedes Ayala, Zoila Jiménez (Charo Alarcón) alcanzó un nivel de actuación de altos quilates, y la Nemesia, de Kiley Hernández, con unos bocadillos dio el tono preciso.

Momentos altos de la Cecilia regalaron los cantores del coro del Centro Pro Arte Lírico dirigido por Catalina Ayón, 69 voces de las compañías Opera Nacional y de Zarzuela y Operetas.

El conjunto folclórico Raíces Profundas, se mostró muy bien integrado a la puesta.


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