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 Un renacentista de Manzanillo
Texto y foto Toni Piñera
¿El Premio? "Fue una sorpresa que cayó del cielo porque no lo
esperaba, es algo muy agradable". El artista se queda pensativo, como si de pronto,
el galardón hubiera convocado a todos los recuerdos juntos.
Mi primera aspiración en Manzanillo fue ser cowboy, quería ser como William S.
Hart -mi ídolo de las pantallas-, porque me fascinaba la idea de salvar muchachas y
perseguir bandidos. "Pero no pude ser como él, nunca me compraron el caballo.
Después mis aspiraciones cambiaron, quería tocar el saxofón en una orquesta. Creía que
las mujeres se volverían locas con un hombre que lo tocara. ¡Eso me interesaba
mucho!".
Pero Julio Girona volvió a tropezar con la realidad, pues, cerca de su hogar había
una casa de empeño "y muchas veces me paraba en la vidriera a mirar el saxofón,
pero costaba 15 pesos. Le dije a mi padre que me lo comprara y él me respondió: yo
quisiera que usted fuera de los que bailan, y no de los que tocan para que otros bailen.
Así terminó mi carrera musical".
Sus ojos despertaron del recuerdo, su voz se animó cuando expresó que siempre quiso
dibujar. "El sueño mío se hizo realidad: dibujar y publicar en los periódicos.
Tuve la suerte de que a los 12 años conocí a Massaguer, quien dio a conocer mis primeros
dibujos en la revista Social, y digo suerte, porque luego, a los 21 años, me publicaban
dibujos en Cuba, México, Venezuela, Argentina y España. Me sentí en el tope del
mundo".
La revista Pan (Buenos Aires) realizó hasta una portada con una obra de Girona,
en Nueva York colaboró en el Herald Tribune, en New Masses, la revista más
importante de la izquierda norteamericana, donde colaboraban Hemingway, John Dos Pasos, el
poeta Langston Hughes, Mike Gold, y en la que Pablo de la Torriente Brau publicó sus
últimos relatos de la guerra de España. Allí dejó sus marcas. "Durante esos años
fui antifascista y colaboré en muchas revistas de izquierda haciendo caricaturas, hasta
cuando empezó la Segunda Guerra Mundial. Porque después me dije: tengo que hacer algo
más que dibujar. Y me enrolé como soldado voluntario ante los ojos atónitos de mis
amigos norteamericanos".
Al finalizar la contienda mundial, Julio Girona dejó de hacer caricaturas y dibujos
para los periódicos y se acercó a la pintura. En Nueva York llegó a pertenecer al grupo
de la calle Ten Street, de los pintores abstractos de Estados Unidos, "conocí y
expuse con Klain, Dekooning, Rauschenberg y muchos otros. Desde entonces, me he dedicado
siempre a la pintura". (Un silencio).
Julio Girona regresó entonces como de un largo viaje, piel adentro, respiró en el
presente, y se volvió a preguntar: ¿El Premio? "Lo agradezco mucho a aquellos que
me propusieron, pero sé también que aquí hay muchos pintores buenos que lo merecen. Y
aunque no he estado bien de salud en los últimos tiempos, este galardón me ha alentado a
retomar los pinceles".
MUJERES ENTRE ABSTRACCIONES
Durante 40 años fue un pintor abstracto, pues era un medio que le brindaba libertad, y
donde el primer sorprendido "era yo, porque no sabía lo que iba a salir al
final". El período de las mujeres llegó después, aunque siempre las dibujé por
partes en mis abstracciones. Desde el 90 he pintado muchas.
La vida lo llevó a ser también escritor y poeta. "Como estuve en la Segunda
Guerra Mundial, al ver las películas norteamericanas sobre la contienda, vi que no la
reflejaban como era en realidad. Por años, tuve el propósito de escribir mis
experiencias como soldado, pero pensaba que no tenía la preparación necesaria. Un día
me decidí y con pánico esperé los comentarios. Fui sorprendido cuando mi libro Seis
horas y más ganó el Premio de la Crítica en el 90".
¿El poeta? "En mi pintura abstracta -comentó- hago siempre un balance entre
áreas activas y tranquilas, buscando el contraste como en la música. En estas últimas
zonas escribía palabras, porque aunque mi letra es mala, pictóricamente es plástica,
hasta que un día escribí algo más amplio: `... y ella, moviendo los brazos como una
araña, se quitó el vestido'. El crítico y poeta Orlando Hernández me dijo que era un
poema. Eso me animó a seguir escribiendo".
Julio Girona continúa escribiendo y pintando. Con todo el humor del mundo respondió:
"Sí, he dicho algunas veces que voy a tomar un mínimo técnico en música, porque
ahora, en lo que me queda de vida, quisiera ganar un premio en música, para añadirlo al
de literatura y artes plásticas. Así pasaría a la historia como un renacentista de
Manzanillo". |