INTERNACIONALES

Migajas envenenadas en última
cruzada de Helms y Cia.


ORLANDO ORAMAS LEON

La última cruzada de Jesse Helms contra la Revolución cubana acaba de ser presentada en el Congreso bajo el rótulo de ayuda humanitaria al pueblo de Cuba, supuestamente dirigida a los mismos 11 millones de habitantes de la Isla, a los cuales intenta rendir por hambre con la ley anticubana que lleva su apellido.

El presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado lanzó su plan ante el legislativo casualmente pocas horas después de que el Departamento de Estado anunciara el miércoles la puesta en vigor de medidas que habían sido adelantadas en marzo pasado por el presidente William Clinton y que introducen elementos positivos entre ambas naciones.

A despecho de un plan auspiciado por congresistas como Christopher Dood y Charles Rangel para la venta de medicinas y alimentos a Cuba y que tiene el apoyo de más de un centenar de legisladores, empresas e incluso la Cámara de Comercio de Estados Unidos, el plan de Helms es una burda maniobra enfilada a contrarrestar el avance en aquel país de las posturas contrarias al bloqueo.

El proyecto pide al gobierno norteamericano "entregar en cuatro años 100 millones de dólares en medicinas y alimentos al pueblo de Cuba, los cuales serían distribuidos a través de la Iglesia Católica y agrupaciones independientes como Caritas", según dijo Notimex.

Pero el asunto no tiene ningún viso altruista ni humanista, algo que ya sabemos los cubanos por provenir de quien ha devenido paladín de la contrarrevolución en el Congreso norteamericano y comodín de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), que se apresuró a dar su apoyo público al proyecto.

Y como para no esconder sus propósitos, el propio Helms dijo en conferencia de prensa que el proyecto "implica medidas para incrementar el respaldo de Estados Unidos a la oposición interna de Cuba, de la misma manera que respaldamos el movimiento de oposición a la Polonia comunista, durante la década del 80".

En la más que usada política de zanahoria y garrote, el plan Helms exige de la administración fondos para los grupúsculos contrarrevolucionarios en la Isla, así como presiones adicionales contra Cuba, incluso en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

La "bondad" de Helms incluye que se utilice la ilegal base de Guantánamo como centro de emisiones con marcado carácter desestabilizador de las mal llamadas radio y TV Martí, además de impulsar relatorías contra nuestro país en temas como narcotráfico y derechos humanos. Como para que no falte nada, la central de Juraguá también está incluida en el proyecto "humanitario".

Poco se esconde la calaña cínica y desestabilizadora del plan, que busca premiar en metálico a quienes presenten en la Isla currículum certificados de su oposición al gobierno revolucionario.

El último cartuchazo de Jesse Helms y compañía evidencia que el arsenal se acaba aunque no terminan de entender el asunto, como lo demuestra su comparación entre nuestro país y la Polonia de los 80.

Cuba no se doblegó ante el garrote y tampoco cederá a migajas envueltas con cinismo que nuestro pueblo rechaza por principio y con la dignidad viril de quien no titubeó nunca en estas casi cuatro décadas de agresiones. El disfraz, en definitiva, no esconde la mano que ofrece la manzana envenenada.

Como denunciara Fidel oportunamente, lo único que Cuba acepta es la eliminación total y definitiva del injusto y criminal bloqueo contra nuestro país y solo la ayuda humanitaria de quienes de buena fe y sin condicionamientos de ningún tipo respetan la soberanía y la determinación de nuestro pueblo.


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