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Aniversario 40 del asesinato de las hermanas Giral
"No quiero detenidos"
Era la orden permanente dada por el brigadier Pilar García, jefe de la policía batistiana
PEDRO A. GARCIA
El domingo de su muerte, Día de los Padres de 1958, las hermanas Cristina y Lourdes Giral llegaron a La Habana alrededor de las cinco de la tarde. Venían de Cienfuegos, de pasar el fin de semana en familia. Primero se detuvieron en casa del hermano, en el reparto Sevillano, para asearse y comer.
Lourdes.
Al anochecer, marcharon hacia el Vedado, al edificio de la calle 19 esquina a 24 donde vivían. Generalmente el hermano las acompañaba hasta la puerta del apartamento 42, pero como lo vieron tan cansado, ellas se empeñaron en subir solas.
Las dos jóvenes recorrieron por última vez los pasillos de granito verde y los escalones de marmolillo. Al pasar por el tercer piso, se oyó decir a Cristina: "Pesa bastante este pomo. Debí coger el paquete de fideos, que es más ligerito". "Tú tan haragana siempre", Lourdes replicó sonriente.
Agiles, entre risas, Lourdes y Cristina Giral subían hacia su destino.
UN AJUSTICIAMIENTO FRUSTRADO
Semanas antes de aquel 15 de junio, la Dirección Nacional del Directorio Revolucionario había alquilado, a través de la combatiente Amparo Ramos, el apartamento 41 del mismo edificio donde vivían las Giral. Allí planearon el atentado a Santiago Rey Pernas, alto personero del batistato, cuando este acudiera a la consulta del doctor Quero, en La Rampa.
El personero de la tiranía tuvo suerte y solo salió herido de un balazo en la cara durante la acción, efectuada el 13 de junio de 1958. Por medidas de seguridad, los miembros del Directorio abandonaron el apartamento de 19 esquina a 24. Dos días después, a causa de una delación, la policía ocupaba el lugar.
Cristina.
Llegaron en la madrugada del domingo. "Sentí ruido en el pasillo -narró en 1959 a un periodista el encargado del edificio-, mis hijas y yo fuimos despertadas por el ruido. Me dirigí a la puerta, pues alguien se apoyaba en ella. Al abrir me sorprendió escuchar un disparo. La bala me rozó el brazo izquierdo y fue a dar al televisor".
Todos los grandes asesinos del régimen, desde el jefe de la policía Pilar García, hasta Esteban Ventura, Carratalá y el traidor Miguelito "el Niño", se presentaron en el lugar. "Registraron los apartamentos uno por uno -continuaba relatando el testimoniante-, apuntando con sus armas a todos los inquilinos y amenazándolos, mientras los insultaban con las peores frases. En el apartamento de las hermanas Giral (no había nadie, ellas estaban en Cienfuegos, visitando a sus padres) entraron después de forzar la puerta con una pata de cabra".
En el registro al apartamento 42, la policía no encontró evidencia alguna que vinculara a las hermanas Giral con el movimiento revolucionario. Lo que no impidió para que lo saquearan: dinero, joyas, todo lo que tuviera valor. El brigadier Pilar García había repetido su frase favorita: "No me consulten nada. No quiero detenidos. Solo M (muertos) y M (muertos)".
Alvarez del Real, capitán de la octava estación de policía, trasmitió literalmente esta orden a sus subordinados: "Al que asome por aquí, despáchenlo. Yo me hago cargo de todo". Los vigilantes Humberto Docina y Raimundo Llanes, quienes se quedaron agazapados en el apartamento 41, asintieron.
TERCER DOMINGO DE JUNIO
Lo que sucedió exactamente en el cuarto piso del edificio de 19 y 24 el 15 de junio de 1958 tal vez nunca se sepa. Al año de los acontecimientos, cuando se intentó la reproduccción de los hechos, ya las versiones eran contradictorias.
Parece que Lourdes y Cristina, al percatarse de que su apartamento había sido forzado, se dirigieron al 41, donde acechaban los dos vigilantes. "Fueron más de treinta disparos -afirmó en 1959 el encargado del edificio cuando le preguntaron si había oído el tiroteo-, se sentía una ráfaga y después otra, y otra".
"Vinieron a buscarme una media hora después de la balacera para gritarme que limpiara -siguió diciendo-, ya se habían llevado las muchachas muertas (...) No me atreví a preguntar nada y cumplí la repugnante tarea de limpiar el rastro de sangre dejado mientras eran arrastradas escaleras abajo."
La tiranía, para justificar el crimen, inventó tramas increíbles y se enredó en la madeja de sus mentiras. No pudieron presentar pruebas convincentes que relacionaran a las muchachas con el Directorio. También es difícil justificar que a dos jóvenes desarmadas se les masacre con tal saña. Según el forense, Lourdes presentaba trece perforaciones de bala; Cristina, nueve. Esta había cumplido 28 abriles el 30 de ese año; su hermana había festejado los 22 el primero de mayo.
Solo después del triunfo revolucionario, se revelaron las actividades de las hermanas Giral dentro de la Resistencia Cívica del Movimiento 26 de Julio, a la que se integraron desde 1957. Pero eso lo desconocía la policía batistiana.
Hoy día, una tarja colocada en la entrada del edificio guarda para la memoria histórica este ayer de barbarie. Los pioneros de la primaria Eloy Alfaro han asumido su cuidado. Noventa millas más al norte, los autores materiales e intelectuales del asesinato viven acogidos al asilo político. Algunos de ellos, amparados por la Helms-Burton, reclaman sus propiedades confiscadas en Cuba.
En el aniversario 40
Recuerdan asesinato
de las hermanas GiralRamón Barreras Ferrán
CIENFUEGOS.-El vil asesinato de las hermanas Giral en un edificio del Vedado capitalino hace 40 años fue recordado en acto efectuado frente a la casa natal de ambas, convertida en museo, en la avenida 42 número 3709, en esta ciudad.
Julia Molina, especialista de ese centro, reseñó las acciones revolucionarias ejecutadas por Cristina y María de Lourdes como miembros del Movimiento de Resistencia Cívica, labor que también fue resaltada por Gerardo Pérez Puelles, integrante del M-26-7 entonces y jefe de la célula a la cual ellas pertenecían.
El asesinato de las hermanas Giral se inscribe como uno de los más cruentos que perpetró el régimen de Batista contra jóvenes revolucionarios.