Vacaciones de verano: ¿tranquilidad para los padres?

RAMÓN BARRERAS FERRÁN

Para muchos el período vacacional de los meses de julio y agosto se convierte en un verdadero "dolor de cabeza". Los niños ante la ausencia del proceso docente, requieren de los cuidados indispensables y de la garantía de un entretenimiento que no es posible darles en cualquier sitio.

Conozco de algunos esfuerzos que se hacen en determinados lugares (léase centros de trabajo, fundamentalmente) para que las madres y los padres puedan asistir a las jornadas diarias sin la preocupación de dejar a sus hijos solos en el hogar o enfrentar el verdadero problema de llevarlos con ellos todos los días en una suerte de reto a la tranquilidad y concentración que demanda cualquier labor.

Se trata de una especie de plan vacacional, atendido por personal seleccionado, mediante la rotación de los propios padres, que desarrolla actividades recreativas, viajes a sitios de interés con los recursos de la entidad en cuestión y juegos en lugares acondicionados al efecto.

Detrás de esas iniciativas se encuentran siempre equipos de dirección preocupados por los problemas principales de los trabajadores y con la sensibilidad debida para hacer menos complejo el desenvolvimiento de la vida para quienes tienen el deber de garantizar la producción o los servicios y cuyo aporte es necesario cualquier día o mes del año.

No todos podemos contar con la abuelita o la tía generosa, dispuesta a brindar los cuidados que requieren nuestros hijos. Tampoco las opciones que tan acertadamente están organizadas en sus múltiples variantes se acercan siquiera a satisfacer la real necesidad de tantos padres "afectados" por el período vacacional veraniego.

Resulta fácil encontrar ahora a trabajadores que han tenido que acogerse a la licencia para atender al, o a los niños, impedidos de llevarlos a sus respectivos centros por las prohibiciones lógicas establecidas, a causa de la peligrosidad implícita de fábricas, talleres, laboratorios..., o de dejarlos solos en la casa.

La realidad exige meditación. Múltiples fórmulas pudieran aplicarse, tanto en los centros de trabajo como en los Consejos Populares para paliar una situación que nos toca a muchos y de manera significativa a la economía.

Las soluciones no tienen por qué ser generales o estar consideradas en disposiciones ministeriales o algo por el estilo, deben encontrarse y hacerse presentes en cada lugar donde sea posible.

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