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 Cascabel
sin látigo

Jorge Ignacio Pérez
Este trabajo periodístico es una vieja deuda no solo con la
entrevistada que nos ocupa, sino además con la cultura cienfueguera. Una bella frase,
robada para el caso, obliga al periodista a referirse a La Perla del Sur como ciudad
afinada, sitio donde muchos niños cambian sus juegos diurnos por la ocupación del canto
y de la música en sentido general.

La Coral Cascabel, aunque aquí una representación, tiene 28 miembros y su
repertorio incluye música universal infantil, del cancionero popular español y temas de
creadores de la localidad, estos últimos con arreglos de la joven directora, al centro en
la foto.
Sin eludir a Ismaelillo, emblemática y trascendente a la vuelta del
tiempo, en la relación de agrupaciones musicales infantiles y juveniles habría que
mencionar a Estrellitas de la Charanga, de la escuela elemental de arte en la provincia, y
a la Coral Cascabel, ganadora por segundo año consecutivo del primer premio y gran premio
en el Festival Nacional de Coros Infantiles, celebrado en la capital habanera.
Según explicó a este diario Belkidia López, joven graduada de la
Escuela Nacional de Instructores de Arte (ENIA), directora de Cascabel y miembro del
Centro Provincial de Cultura Comunitaria, Cienfuegos es una localidad con gran tradición
coral, y en estos momentos posee más de 50 coros en los diferentes niveles.
En 1993, dice Belkidia, se crea Cascabel como coral infantil
provincial y como grupo de referencia. Se fundó para paliar las dificultades económicas
del período especial, ya que, en tanto agrupación vocal, no había que invertir recursos
en la compra de instrumentos musicales. "Pero antes, a raíz de 1990, nos propusimos
iniciar el movimiento desde las escuelas; o sea, desde las cantorías en las aulas hasta
los coros selectivos. Queríamos lograr un coro representativo de cada ciclo: de primero a
cuarto grados, y de quinto a sexto.
Después se incorporó la enseñanza especial: la escuela de
trastornos del lenguaje utilizó el canto como terapia, y la escuela de sordos e
hipoacúsicos creó un coro que es el único existente de su tipo en el país".
Una tarde, después de las cinco, en el Centro Provincial de Cultura
Comunitaria, inmueble céntrico y bastante deteriorado, un hombre se acercó a la bella
maestra y le dijo bajito: -Profesora, por favor, aquí le traigo al niño para que me lo
vea. Ella lo miró sonriente y, sin reparos, aceptó. Aquel pasaje motivó la pregunta del
periodista: ¿Qué pesa más, el didactismo, el amor hacia los niños o el aspecto
puramente técnico?
"El coro sirve como terapia a los niños con problemas
sicológicos o sociales. No importa que un niño no posea una gran voz, lo importante es
que supere sus problemas de inhibición, sus complejos de inferioridad. El aspecto
técnico también influye, pero, sobre todo, lo humano. Yo trabajo con los niños a partir
de las cinco de la tarde todos los días. Vienen llueva, truene o relampaguee. Ellos son
mi energía. Puedo estar deprimida y ellos me alivian, me ayudan a vivir, a llevar esta
etapa en que aún no tengo hijos. |