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 El
regreso del poeta

Pedro de la Hoz
Diecisiete años de silencio editorial parecen una eternidad, pero
para un escritor que ha sacrificado su labor creativa, o mejor dicho, la parte visible de
esta, por servir a la sociedad al frente de instituciones culturales, se trata apenas de
un paréntesis. En el caso de Omar González Jiménez, ese tiempo de hibernación hubiera
sido mucho más prolongado, casi infinito, si no mediara la selección de la casa
española Ediciones Libertarias que decidió sacar a la luz sus versos y enviar a Cuba una
cantidad suficiente de ejemplares como para que Omar González, con su talento y las
muchas cosas que tiene que decir, esté presente entre los lectores de la Isla. Por otra
parte; la operación hubiera resultado clandestina sin la intervención de Lilia Esteban,
presidenta de la Fundación Alejo Carpentier, quien abrió el hogar dedonde partieron los
jóvenes de El siglo de las luces, para acoger un acontecimiento literario que no
debía pasar inadvertido.
Intimidad del ciervo recoge 49 poemas escritos a lo largo de
dos décadas por un autor que siempre ha sido fiel a la expresión poética, aunque en los
70 deslumbró como prosista con su novela El propietario, una excepción en la
árida trama narrativa de aquellos años, y Nosotros los felices, Premio Casa de
las Américas en Literatura para Niños y Jóvenes en 1978. De hecho Omar era de las voces
que, desprendiéndose de una épica de opereta y un neosiboneyismo trasnochado
("tojosismo", alguien lo llamó con sentido del humor), supieron que la poesía
nunca sería posible sin conflicto, sin desgarramiento, sin una mirada lacerante hacia
dentro y hacia afuera.
El nuevo libro de Omar evidencia que el poeta, lejos de perder el
tono, lo ha acentuado con matices diversos. Es una poesía sin escándalos, de una
asombrosa contención y una linealidad sugerente, que fabula y reflexiona, que guarda un
riesgoso equilibrio entre la emoción y la intelección.
Prueba al canto, el texto de "Mandato del burócrata":
Compañero, me dice, / hace falta vigilar a la Luna, / saber de sus costumbres, / conocer
sus amores y discutir con ella. / La Luna está extraviada y no sabe ni hablar. / /Pero la
Luna es Luna le respondo y me duermo. /Es Luna, pero terca, prepotente y noctámbula, /
apenas si trabaja; además nunca llora... |