|
|
 Sara convoca

Pedro de la Hoz
Cuando una cultura cuenta con un talento artístico como el de Sara
González, nadie puede decir que la canción está en crisis. Porque Sara encarna, más
allá de la trova y desde esta, la posibilidad de comunicar, mediante el canto, la más
variada gama de razones y sentimientos. Eso sí, su canción no es ligera sino
genuinamente profunda y cubana, y si se trata de orillar al pop, nunca se hunde en sus
aguas; de son, guaracha, bolero, guajira, tierra y delirio está armada su estatura
musical.
Es así como esta voz excepcional, que ya lo era por los tiempos en
que participó en la magnífica historia del Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC,
asume su nueva producción discográfica, sometida, antes de la grabación, al arbitrio de
su público en las veladas que los viernes de agosto y septiembre organiza el Centro
Nacional de Música Popular en los jardines de la Casa de la Amistad.
Allí prueba un repertorio que incluye temas de Liuba María Hevia,
Pepe Ordaz (director de su grupo acompañante, excelente compositor) y de otros autores,
ella misma entre ellos, sin olvidar algunas de las piezas que se han convertido en
clásicos en su voz. Con los boleros sucede algo especial: Sin ir más lejos se tensa y
crece de la intimidad de su propuesta a la legítima proclamación.
Estos recitales de Sara han convocado a otros trovadores: Marta
Campos, tan ajustada en la lírica como en la rumba juglaresca; Domingo y Yusa, un dúo
que juega atrevidamente con los sonidos de la calle; Angel Quintero, de regreso entre
nosotros con su carga vital de canciones; y Alejandro García Villalón, Virulo, cuyo
proverbial ingenio se sigue aguzando con el tiempo. |