NACIONALES

Las biofábricas en 1997

Una mirada crítica
a este importante
eslabón productivo

Después de incumplimientos e indisciplinas tecnológicas y laborales, 1998 se inicia con mayores garantías materiales, aunque subsisten dificultades en La Habana


RAISA PAGES

LOS PRODUCTORES de plátano reclaman una mayor calidad en las vitroplantas para elevar la supervivencia. En contraste, los especialistas de las biofábricas señalan que las pérdidas no son sólo por mala calidad en éstas, sino porque no reciben, en sus primeros meses de vida en el campo, el tratamiento adecuado.

En las biofábricas se emplean medios costosos y sofisticados que requieren alto costo en divisas. En la foto aparece el área de micropropagación, centro medular del trabajo.

Contradicciones aparte -ejercicio válido para el perfeccionamiento mutuo entre productores, técnicos e investigadores- lo cierto es que el sistema de biofábricas del Ministerio de la Agricultura -doce centros en todo el país-, registró el pasado año un decrecimiento notable.

En 1997 el plan nacional de vitroplantas se cumplió al 57 por ciento. De 27 000 000 planificadas, se lograron 16 000 000, de las cuales fueron de plátano poco más de 14 000 000. El resto corresponde a caña, piña, plantas ornamentales, malanga y ñame.

El análisis de este fenómeno es importante porque las vitroplantas garantizan la introducción de nuevos clones de plátano, resistentes a la sigatoka negra, los cuales serían imposible de reproducir aceleradamente si no es por estos medios biotecnológicos.

El plan de siembra de plátano del pasado año, en los nuevos clones de la llamada familia FIAH, de prometedores resultados productivos, ascendía a 1 035 caballerías y se fomentaron 736. Entre las causas esenciales de ese incumplimiento se señala la baja entrega de las biofábricas, pues la única que venció su compromiso, en 1997, fue la de Villa Clara.

En entrevista para Granma, la doctora María Adela Jiménez, responsable nacional de las biofábricas en el MINAGRI, comenta:

-Hubo muchas cosas que influyeron en ese pobre resultado. Primero, falta de pomos y tapas donde se colocan las vitroplantas. Los envases de vidrio idóneos se fabricaban en Las Tunas, pero por problemas técnicos de esa industria, buscamos otros suministradores en el propio país. Se elaboraron mal, sin la hermeticidad exigida y se contaminó mucho el material.

-Se resolvieron -explica- para este año unos envases plásticos de mayor calidad, lo cual mejorará el flujo productivo. Son de más capacidad y pueden colocarse unos encimas de otros (ventajas para la capacidad de almacenamiento). Tuvimos que importarlos porque son fabricados con un plástico especial, resistente a los autoclaves.

-Presentamos también dificultades en estos equipos esterilizadores, los cuales en su mayoría se adquirieron en los antiguos países socialistas de Europa y ahora carecen de piezas. Algunas empresas han intentado resolverlo, sin resultados positivos hasta ahora. La esperanza está en un nuevo producto de la Universidad Central de Villa Clara que es antibactericida y antifungicida, lo cual eliminará en mucho el uso de los autoclaves.

La doctora apunta que no es que quiera escudarse en los llamados factores objetivos e indica sus propias insuficiencias.

-Se cometieron errores en la selección del material donante en los campos de los nuevos clones de plátano y perdimos cientos de miles de vitroplantas y seis meses de trabajo, tiempo necesario para que transcurra el proceso de multiplicación a una escala de uno por 10 000.

Cada organismo vegetal posee una parte de tejido capaz de reproducir un individuo similar, en un medio adecuado de cultivo. Esta multiplicación sin semillas, in vitro, da lugar a las vitroplantas. En el plátano la sección de tejido con esas cualidades se llama ápice caudinal, extraído del llamado chopo o cepa.

Cuando se seleccionan los chopos en lugares especiales, no en áreas en producción, se llevan a las biofábricas y allí se les extraen los ápices caudinales, los cuales se desinfectan para posteriormente sembrarlos en un medio de cultivo e iniciar la reproducción acelerada. Es así que de un ápice caudinal surgen 10 000 nuevos individuos.

Volviendo a las deficiencias de 1997, la doctora Jiménez indica que, en las vitroplantas de caña, se careció de material de origen, debido a problemas organizativos. También hubo deficiencias de igual índole e indisciplinas técnicas en las biofábricas de Holguín, Las Tunas y La Habana.

-Las dos primeras tienen una situación mejor -apunta-, con nuevos equipos de dirección y por los sistemas de pago que estamos aplicando, vinculados a los resultados y calidad. Sin embargo, en La Habana no avanzamos -evalúa la doctora.

El aseguramiento material y técnico del primer semestre de 1998 está garantizado, no obstante la especialista recuerda que, en el pasado año, se invirtieron 215 000 dólares en las biofábricas y, para cubrir las necesidades, el monto total sería de 500 000.

-Buscamos vías de autofinanciamiento. Cada vitroplanta de plátano tiene un costo planificado de 16 centavos, pero su componente en divisas es de 3,6. La venta se realiza en moneda nacional a 18 centavos. Si el centro trabaja con eficiencia, deja ganancias, como es el caso de Villa Clara que le costó 12 centavos el pasado año. Si bien la moneda nacional se repone y deja utilidades, los gastos en divisas no se recuperan y los financia la empresa nacional de semillas del MINAGRI -explica la doctora.

Las biofábricas recaban de equipos costosos de climatización y esterilización, medios de cultivos, balanzas analíticas para las mezclas de reactivos y otras muchas cosas que implican una alta erogación de dólares.

En 1993 la supervivencia del material era de un 34 por ciento. La inexperiencia en su tratamiento y cuidado en el campo originaba altas pérdidas. El intercambio científico-técnico con otros países y los propios avatares de la ciencia cubana condujeron al surgimiento de las casas de adaptación, una especie de vivero especial para que las plántulas se fortalezcan y sobrevivan en la etapa de campo.

La construcción de esos lugares de adaptación ha contribuido a elevar el porcentaje de supervivencia. El pasado año fue de un 88 por ciento. Sin embargo, en La Habana es de un 60 por ciento, porque la fase de endurecimiento de las plántulas, a diferencia del resto del país, está en las empresas agrícolas y no se les brinda el debido tratamiento. Según Frank López, jefe del grupo provincial de plátano en La Habana, esas entidades intermediarias no ofrecen la debida disciplina técnica y los perjudicados son los productores de las UBPC, granjas, cooperativas y campesinos.

Opiniones recogidas en la plenaria nacional de plátano, en la que se creó una comisión estatal para la atención integral al desarrollo y comercialización del plátano, apuntan a que este grupo puede estudiar mejor la estructura y funcionamiento actual de las biofábricas, con vistas a darles una mayor prioridad material y técnica.

Se implanta, con la asesoría de BIOCEN, un sistema de aseguramiento de la calidad que evitará pérdidas por contaminación.

También los nuevos sistemas de pago han evidenciado sus positivos efectos en la estabilidad laboral y tecnológica. No obstante, queda pendiente la biofábrica habanera. Por qué subsisten allí las deficiencias y la baja producción, mientras el resto del país tiene una reanimación.

Ese es el tema del próximo trabajo.


|Home|Internacionales|Nacionales|Deportes|Cultura|E-mail|