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A 20 años de la Operación Protesta de Baraguá
Proeza del internacionalismo
El 10 de marzo de 1978, en primera plana, Granma publicaba una pequeña información sobre un acontecimiento que desde hacía meses mantenía en atención a la opinión pública internacional y en especial a los cubanos: Tomada Dagahabur en el corazón de Ogaden. Liberado gran parte del territorio invadido por Somalia.
Informaba el periódico que "tropas blindadas revolucionarias de Etiopía, en rápido avance desde Jijiga, después de recorrer casi 200 kilómetros en tres días, ocuparon el miércoles, a las 2:30 de la tarde la población de Dagahabur, en pleno corazón de Ogaden. Las fuerzas somalas, completamente derrotadas, se retiran a la desbandada en todos los frentes casi sin ofrecer ya resistencia. Una gran parte del Ogaden ha sido liberado".
Cinco días después, el 14 de marzo, Granma ampliaba su información ilustrada con varios mapas, dando cuenta de los hechos militares que condujeron a la gran victoria en Ogaden que contribuyó al restablecimiento de la paz en la región del Cuerno Africano y a desbaratar la maniobra contra el proceso revolucionario que se desarrollaba en Etiopía. La historia de esta proeza del internacionalismo proletario comenzó con la oportunista agresión directa del régimen de Somalia a mediados de 1977 a su vecina Etiopía con un desproporcionado empleo de medios blindados, artillería, apoyo aéreo y fuerzas de infantería, en complicidad con gobiernos reaccionarios del área y alentados por potencias occidentales y Estados Unidos que fomentaban la división del país y el colapso de su rumbo progresista. Eran momentos en que las fuerzas más radicales recién habían tomado el poder en Etiopía e iniciaban una lucha contra los vestigios del feudalismo, herencia del imperio derrocado de Haile Selassi.
Se creó una situación tal que solo la firme y decidida ayuda internacionalista podía salvar la independencia y la integridad del pueblo etíope, desgarrado desde antes por la guerra secesionista del norte.
A finales de 1977 la dirección cubana decidió acceder a la solicitud del gobierno legítimo de Etiopía ante la invasión extranjera, que previamente recibió la cooperación de la URSS en equipo militar indispensable, instructores y asesores, como era práctica habitual de la potencia socialista con otros países amenazados y agredidos.
Cuba, que inicialmente había suministrado cientos de médicos y personal de salud para atender al pueblo etíope, uno de los más pobres del mundo en este campo, y algunas decenas de asesores e instructores militares para contribuir al fortalecimiento de su defensa, ante la crítica situación creada por los agresores y la apremiante apelación a nuestro Partido, decidió enviar combatientes internacionalistas, cuyos primeros contingentes arribaron en diciembre de 1977 y enero de 1978. El nombre en clave de esa misión fue el de Protesta de Baraguá, en homenaje al centenario del viril y digno gesto encabezado por Antonio Maceo.
Desde el 22 de enero abnegados y heroicos pilotos, tanquistas y artilleros cubanos combatieron junto a las fuerzas etíopes y en la fase final, que incluyó el difícil cruce de peligrosos obstáculos naturales, el desarrollo de hábiles maniobras y el rechazo de los desesperados contraataques enemigos, la operación decisiva sobre Jijiga y el impetuoso avance ulterior, participaron también batallones de infantería blindada integrados por intrépidos combatientes internacionalistas cubanos.
En siete semanas fue prácticamente liberado el territorio ocupado de Ogaden, que alcanzó más de 320 000 kilómetros cuadrados y decenas de localidades. El enemigo, en su precipitado retroceso hacia las fronteras, fue abandonando abundantes cantidades de tanques, artillería, carros blindados, armas de infantería y almacenes de municiones.
Los agresores fueron obligados a retirarse. Se cumplió el objetivo de la misión internacionalista. Los combatientes cubanos hicieron derroche de eficacia y de sus magníficas cualidades combativas. El pueblo y los combatientes etíopes se mezclaron con los cubanos y juntos escribieron inolvidables páginas de heroísmo y valentía. La eficiencia y preparación de las tropas cubanas hizo que las bajas en los combates fueran mínimas. El enemigo derrotado fue tratado con el respeto y la conducta de principios que caracterizó a las fuerzas revolucionarias cubanas desde la guerra de liberación nacional y en otros teatros de operaciones militares. Nuestra rica tradición combativa e internacionalista se enriqueció con nuevas experiencias que yacen en el sustrato de la concepción defensiva de la guerra de todo el pueblo.
A 20 años de aquella Operación Protesta de Baraguá -que tuvo lugar a los cien años del histórico pronunciamiento maceísta-, nuestro pueblo protagoniza en este tiempo la mayor lección de resistencia para garantizar la independencia nacional y la justicia conquistada desde 1959, convirtiendo en práctica de cada día el magisterio del Titán de Bronce y de todos los caídos en el largo combate por la defensa de la Patria y los principios revolucionarios. Las raíces del internacionalismo nutren nuestro espíritu y voluntad de lucha.
"Es admirable -decía Fidel- cómo hijos de nuestro pueblo fueron capaces de marchar a un lugar tan distante y combatir allí como si hubiesen estado combatiendo en su propia patria. ¡Ese es el internacionalismo proletario!"