| CULTURALES |
Gesto, línea y color
en Yanes
Toni Piñera
Por suerte en estos finales de centuria, no desaparece, a pesar del predominio de otras tendencias, el interés de la Figuración. Ya sea realista, hiperrealista o, seguidora de escuelas que, partiendo de la pintura clásica, se adaptan a otros medios y otros ambientes.
En los Don Quijote, Yanes da rienda suelta a la imaginación y al color.
Este es el caso de Orlando Yanes, quien se enfrenta con temas nuevos y de difícil ejecución, como los maestros del Renacimiento, del XIX y XX, sin perder la frescura propia del procedimiento.
Sus obras están colgadas en la exposición Palomas que vuelan, abierta en la Galería-Estudio Yanes/Casa Quitrín (Obrapía y San Ignacio, La Habana Vieja).
En su larga carrera profesional, que en este 1998 alcanza la altura de sus 50 años, Orlando Yanes ha trabajado mucho, sin abandonar nunca la solidez de la figura humana, secreto extraído de un aprendizaje serio y riguroso, basado en el dibujo del natural y perfeccionado por las correspondientes lecciones de colorido.
Secreto, pues, sin secreto. El talento, cuando no se estanca en una sobrevaloración de la obra, ni en el halago fácil, lleva al artista a una profesionalidad muy estimable, porque las técnicas de la pintura están abiertas a todo aquel que llegue a ellas con voluntad y buen gusto. En esta nueva exposición que dejó inaugurada en saludo al Día Internacional de la Mujer, integrada por más de 30 pinturas (óleo y acrílico sobre lienzo) y dibujos (creyón/cartulina), lo demuestra.
Una línea es maravillosa afirmaba el pintor francés de origen ruso Basilio Kandinsky. Orlando Yanes, el cubano, en su actual exposición de dibujos y pinturas, añade pictóricamente a esta frase: sobre todo, cuando ella dibuja a la mujer.
El trazo, la suave línea del dibujante convergen, entre otras temáticas, hacia la mujer, inspiradora presencia en su quehacer pictórico. Al pasar la vista por estos retratos, donde se observa una marcada influencia del diseño en la utilización de los fondos blancos para destacar la figura, el creador se revela como todo un maestro en la precisión y el detalle. Y por momentos, en algunos de ellos, la línea de ese dibujo fuerte se entremezcla con la gestualidad de la mancha bordeando la abstracción. Algo muy característico en su más reciente quehacer.
Porque Yanes está retomando en estas últimas piezas todo lo que ha tocado en el arte en estas cinco décadas. Va a los dos extremos: de lo clásico inspirado en Leonardo Da Vinci, hasta los Don Quijote y Elegguá, que son más pintura en el sentido de libertad formal. Una tras otras, sus imágenes -independizadas un tanto del autor y transformadas en productos que lo dominan- reproducen la dimensión hedonista de los vínculos del hombre con el campo visual.