Firma del Tratado de París

La mayor afrenta al sacrificio
de nuestros mambises

GUSTAVO PLACER CERVERA
Instituto de Historia de Cuba

El 10 de diciembre de 1898 los comisionados españoles y norteamericanos estampaban sus firmas en el denominado "Tratado de Paz entre España y los Estados Unidos de América" que puso fin, de manera oficial, al estado de guerra entre ambos países, iniciado cuando el gobierno norteamericano intervino militarmente en la contienda que los cubanos sostenían contra el régimen colonial español.

Con el acto de la firma concluía una larga negociación diplomática comenzada mucho antes de que los negociadores se reunieran por primera vez en un salón del Ministerio francés de Negocios Extranjeros el sábado 1 de octubre de 1898. Más que un convenio el mencionado Tratado fue el "diktat" del vencedor. En efecto, las hostilidades entre España y Estados Unidos no se habían suspendido por un simple "alto al fuego" sino cuando el gobierno de Madrid aceptó un conjunto de exigencias norteamericanas que, firmadas el 12 de agosto de 1898, condicionaron firmemente las negociaciones del definitivo Tratado de Paz en las cuales, por acuerdo entre estadounidenses y españoles quedaron excluidos cubanos y filipinos.

Los norteamericanos no querían ninguna interferencia en sus planes imperialistas y el gobierno español se vengaba de sus antiguos súbditos prescindiendo de ellos. Desde la primera reunión de la Conferencia de Paz, la parte norteamericana hizo saber su posición inflexible respecto a la ocupación de Cuba y la cesión de Puerto Rico. La representación española dirigió entonces sus esfuerzos a traspasar a Estados Unidos, junto a la soberanía sobre Cuba, la llamada "deuda cubana" ascendente a la suma de 456 millones de dólares (obligaciones financieras que el gobierno español había suscrito con particulares para financiar la Administración colonial de Cuba, lo que incluía los gastos de la guerra). A tales propuestas el gobierno norteamericano contestó que no asumiría deuda alguna.

El siguiente problema fue el del futuro de las Filipinas. El protocolo de armisticio firmado el 12 de agosto había aplazado el destino del archipiélago hasta la firma del Tratado de Paz. El 31 de octubre, la delegación norteamericana dio a conocer que reivindicaba la totalidad del conjunto insular. Y de nuevo la alternativa era la reanudación de las hostilidades. Los veinte millones de dólares ofrecidos como compensación permitieron "salvar la cara" de los representantes hispanos. Las peticiones españolas relativas a opción de nacionalidad, reconocimiento de contratos y obligaciones y designación de una comisión internacional que investigara el hundimiento del acorazado "Maine" fueron rechazadas.

Así las cosas, el primer artículo del documento expresa que España renuncia a todo derecho de soberanía y propiedad sobre Cuba que pasaría a ser ocupada por los Estados Unidos; por el artículo segundo cede la isla de Puerto Rico y las demás bajo su soberanía en las Indias Occidentales (entiéndase Antillas), y la de Guam en el archipiélago de las Marianas o Ladrones; y por el artículo tercero España traspasa el archipiélago conocido por las Islas Filipinas..., a cambio de lo cual los Estados Unidos pagarían a España la suma de 20 millones de dólares.

De esa manera quedaba marcado el futuro de nuestros países y pueblos que tendrían que seguir luchando por su independencia y soberanía. Puerto Rico, cien años después, sigue siendo una colonia norteamericana; Filipinas no vería reconocida su independencia sino en 1946. En cuanto a Cuba se echaba así por tierra el sacrificio de nuestro pueblo, durante 30 duros años de guerra y la inmolación de varias decenas de miles de patriotas que entregaron sus vidas a la causa frustrada de la independencia y no pocos todas sus riquezas materiales; un conjunto de factores condujo a los Estados Unidos al establecimiento del modelo neocolonial y los vicios consecuentes a la administración foránea; a la "república" salida de la ocupación norteamericana sancionada por el Tratado de París se le impuso en su constitución un apéndice (la llamada Enmienda Platt) aprobado por el Congreso estadounidense que de hecho, la convertía en un protectorado y se le ataba económicamente a los Estados Unidos por una serie de tratados eufemísticamente llamados "de reciprocidad" firmados más adelante. Muchos años de lucha y sacrificio costaría a nuestro pueblo liberarse para siempre de aquel tutelaje.

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