 
La brigada cubana no tiene reparos en su misión
humanitaria.
San Juan de Limay, Nicaragua
"Es muy duro comer cuando hay niños con el signo del
hambre"
ORLANDO ORAMAS LEON
Enviado especial de Granma
PARA LLEGAR a San Juan de Limay hay que trepar por un camino
pedregoso de montaña que se hizo casi impracticable por las aguas de Mitch. En uno de sus
recodos quedó empantanado el camión que transportaba a la brigada médica enviada por
Cuba. En las horas de espera, hasta que llegó el rescate, los cubanos, aunque preparados,
no podían imaginar cuánta desolación les deparaban los próximos días.
Limay está cercada de montañas y en sus alrededores varios
poblados se asentaban en las márgenes de ríos que hasta entonces fueron fuentes de vida.
El huracán no cambió el rumbo de las cosas, las empeoró. Las crecidas dejaron a miles
de campesinos sin viviendas, y no digo sin futuro porque el devenir ya les era incierto
antes del ciclón.
Lucía, como otros de la zona, padece de enfermedades endémicas por la
pobreza.
Muchas tierras serán inservibles por años. La cosecha de postrera
se perdió en plena campaña y la rehabilitación de los suelos demanda recursos vedados
para gente como la familia de Julia Morales Espinoza, refugiada en la escuela Samuel
Vindell. Ninguno lleva zapatos, aunque esa no es su principal preocupación.
"La crecida se llevó nuestra vivienda, allá en el barrio
Guadalupe. Era lo único que poseíamos, pues no tenemos tierras ni trabajo".
Julia carga un niño de 11 meses, que a simple vista parece sano.
Pero ella tiene los pies ulcerados por la falta de vitaminas, una carencia endémica en la
región.
María Salomé, enfermera cubana, estuvo en Nicaragua cuando el
huracán Joan, allá en la Costa Atlántica, y en Etiopía después. "Aquí atendí a
un niño de 37 días que no pasaba de las tres libras. Tenía una deshidratación muy
grave, con vómitos y diarreas. No había cómo cogerle la vena, pues estaba muy débil y
su piel era una telita. Le puse el suero en la cabeza y logramos salvarlo".
Por las mañanas ella, y los doctores Bárbaro Fraginal, habanero, y
el holguinero Harold Hernández, se van a pie o en mulas a las comarcas devastadas donde
la gente duerme simplemente a la intemperie o han construido chozas con lo primero que hay
a mano.
"Donde quiera que llegamos la gente se aglomera a nuestro
alrededor para ser atendidos", cuenta el médico Fraginal a Granma. Refiere que como
están todo el día en el campo ellos se llevan sus latas de comida, pero se les ha hecho
muy difícil consumirlas. "Es muy duro comer cuando la gente a tu alrededor no tiene
qué llevarse a la boca y te enfrentas a niños con el signo del hambre reflejado en sus
rostros y gestos".
Para Harold la tarea es, dentro de las difíciles condiciones de
superviviencia de aquella gente, instruirlos en medidas sanitarias que impidan la
propagación de enfermedades y brotes epidémicos. "Lo menos que puedes enseñarles
es a construir una letrina francesa, una zanja que vas cubriendo. También les damos
charlas sobre higiene y les explicamos las vías de contagio de la leptospirosis".
Al momento de nuestra visita una delegación de la Asociación de
Veteranos Discapacitados de Guerra entregaron a la brigada una petición para que les
asistieran. El día anterior, el ex presidente Daniel Ortega, secretario general del
Frente Sandinista, había visitado la región y se interesó con los cubanos sobre la
morbilidad y las necesidades de la población.
La presencia antillana no tiene propósitos ni reparos políticos y
su misión es básicamente humanitaria. Por ello tienen el respeto y el agradecimiento de
sandinistas y liberales, las dos caras de la política local. El alcalde de San Juan de
Limay ya había ocupado ese cargo en tiempos del somocismo, pero hoy otorga un trato
especial a los médicos de Cuba.
Lucila Dávila no entiende de esos detalles, solo sabe que su gente
fue atendida por seres humanos que en vez del vos utilizan el tú y hacen del Oye chico,
una especie de muletilla distintiva.
Ella baña a una niña que me recuerda a mi hija, pero habla de
cosas a las cuales sé que no me voy a enfrentar. "Perdimos la cosecha de sorgo, el
suelo ya no sirve, la casa no está. ¿El futuro? No existe". |