Sin lugar
a duda, uno de los defensas del baloncesto cubano que trascenderá su época será
Leonardo Pérez, quien en numerosas partes del mundo recibió el reconocimiento por sus
electrizantes jugadas, cargadas de maestría ofensiva y olfato similar al de su hermano
"Guamuta", para apoderarse del balón con su rápido accionar de las manos.
Nadie como él, en la historia del baloncesto cubano, se comportó más eficiente en
los promedios de puntos por juegos en lides nacionales e internacionales y fue en la mitad
de la década del 80 y principios del 90 la gran estrella en nuestra selección nacional,
que si no hizo más fue verdaderamente porque le faltó complemento de equipo que lo
acompañara hacia empeños mayores.
Un rasgo que lo caracterizó siempre fue su capacidad para asumir la responsabilidad de
decidir en los momentos cruciales y ese sentido de la lucha deportiva le granjeó un
respeto natural en el seno del colectivo de atletas y la afición.
Entrenadores y jugadores del patio y foráneos admiraron su juego y recuerdo siempre en
los enfrentamientos con las selecciones de Puerto Rico, cómo "Piculín" Ortiz
me comentaba: "Leonardo tiene locos no solo a los defensas nuestros, sino también a
los entrenadores que lo están escauteando". Ruperto Herrera expresó: "Lo de
Leonardo en el Mundial del 86 fue lo máximo, fíjate, que la prensa al referirse al
equipo Cuba, decía el equipo de Pérez".
Para mí, es el defensa cubano de mejor desempeño individual en todas las épocas.
Su forma tan peculiar de hacer puntos, su entrega en las acciones, su amor por la
camiseta de los Lobos y de Cuba, el apego a su terruño natal, su fidelidad a la familia,
el gran respeto por su hermano Conrado y la digna actitud mantenida ante las numerosas
propuestas que le hicieron para jugar en Ligas extranjeras, lo convierten en un símbolo
de nuestro baloncesto y del deporte socialista cubano.
En consecuencia con las palabras de nuestro Comandante en Jefe Fidel: "El mejor
estímulo que puede crearse para el atleta es asegurarle su retiro y saber premiar a los
que llegan a campeones". Leonardo recibirá el homenaje de su pueblo, la afición, y
está presto a formar nuevas generaciones de atletas que se empinarán en su ejemplo, para
escribir páginas dignas de nuestro pueblo. Felicidades campeón. El baloncesto cubano te
despide con orgullo.