Una de las maravillas de la ingeniería cubana cumple 127 años. Medalla de Oro en la Exposición de París en el 1878 por la excelencia del proyecto, considerada en su momento una Obra Maestra de la ingeniería a nivel internacional. Incluída entre las 7 maravillas de la Ingeniería Civil Cubana y poseedora de la condición de Monumento Nacional.

El 23 de enero, de 1893, finaliza la construcción del Acueducto de Albear y se inaugura así la red de distribución de agua de La Habana en presencia del Capitán General, el Obispo de La Habana y demás autoridades del país.

En esta hermosa y colosal obra todo es singular: el rigor técnico, la belleza de su arquitectura civil, la garantía de un agua sana, la seguridad de su labor al no requerir de bombeo mecánico y sólo demanda desinfección mediante cloración.

A 127 años de su construcción, el Acueducto de Albear aún presta un invaluable servicio a la población de la capital cubana al entregar casi el 20 por ciento del consumo de agua de La Habana.

Está integrada además por las obras de captación en los casi 400 manantiales de Vento que aportan unos 150 000 m3 de agua pura y sana, recogidos en una gran taza de cantería, conocida como la taza de Vento, provista de sus correspondientes aliviaderos y compuertas, el túnel bajo el lecho del río Almendares, el Canal de Vento, los depósitos de Palatino y el sistema de distribución del agua a la ciudad de intramuros. Portentosa para su época, su caudal de agua era superado solo por los construidos en Nueva York y Londres.

Un cubano ilustre, el General de Brigada de Ingenieros, Don Francisco de Albear y Lara, nos legó la más célebre de sus obras de ingeniería, catalogada como la obra más importante realizada en Cuba en el siglo XIX: el mundialmente conocido Acueducto de Albear.




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