La
II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC),
que se celebra en La Habana, los días 28 y 29 de enero, tiene un
carácter trascendental para el sistema-mundo, pues como expresó el
Presidente cubano Raúl Castro Ruz: "la Humanidad no podrá responder
a los colosales desafíos que amenazan su propia existencia, si no lo
hace mediante una nueva concertación de esfuerzos entre todas las
naciones... " [1]
Después de una larga travesía histórica y
política, los Presidentes y Jefes de Gobierno de 33 países
independientes dieron su consentimiento para formalizar un sueño
anhelado, una legítima aspiración: la proclamación de América Latina
y el Caribe como zona de paz, que tendrá, inevitablemente, un
significativo impacto para el conjunto de las relaciones
internacionales.
Existen razones y argumentos que apuntalan ese
vaticinio. La CELAC es un nuevo foro político de los países de
América Latina y el Caribe, sin la presencia de los Estados Unidos y
Canadá, lo que constituye un hecho sin precedentes que conmociona
las relaciones hemisféricas, porque, entre otros aspectos, supera en
todos los ámbitos a la Organización de Estados Americanos (OEA).
La proclamación de una zona de paz regional
establece que América Latina y el Caribe respetarán los principios
del derecho internacional, abogarán por la solución pacífica de las
controversias para desterrar el uso de la fuerza, y cumplirán con la
obligación de no intervenir directa o indirectamente en los asuntos
internos de cualquier Estado. También, se comprometen a observar la
soberanía de las naciones, la igualdad de derechos y la
autodeterminación, entre otros principios progresistas.
Muchos son los desafíos futuros para la CELAC, en
el plano interno e internacional, pero esta iniciativa es una clara
contribución al equilibrio del sistema-mundo y al mejor
funcionamiento de las relaciones internacionales, seriamente
afectadas por las guerras imperialistas desatadas por los Estados
Unidos en Irak y Afganistán, y por conflictos fratricidas entre
naciones y grupos humanos en diversas regiones del planeta. La CELAC
instituye un freno considerable a las políticas hegemónicas de los
Estados Unidos y sus aliados europeos, símbolos de una civilización
capitalista en decadencia económica y moral que agudiza las
contradicciones políticas en el escenario mundial.
La CELAC es una vía hacia un sistema-mundo
pluripolar y pluricultural que, desde su conformación, asesta un
duro golpe a la imposición de un único polo de poder global y a una
perspectiva de multipolaridad concebida para la prolongación de un
pensamiento político único centrado en las relaciones de poder y de
dominación, de unos estados por otros, en la política internacional.
Si con la CELAC se consolida un sistema de
relaciones políticas y económicas diferente, portador de un nuevo
paradigma ético, entonces la II Cumbre de la Comunidad de Estados
Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) ha realizado un fructífero
aporte a la verdadera integración de los pueblos, en un escenario
internacional ensombrecido por el fantasma de la guerra. Es por ello
que el progreso es equivalente a la paz y al desarme nuclear. Por lo
que sin desarme nuclear y paz, otro mundo no sería posible, como ha
afirmado en múltiples ocasiones el líder histórico de la Revolución
Cubana, Fidel Castro Ruz.
En pocas palabras, en los tiempos difíciles que
corren para la vida en la Tierra, la tarea impostergable, no exenta
de audacia política, es la necesidad de "pensar la paz" y el desarme
nuclear.
En suma, la CELAC es la nueva esperanza para la
paz y el desarrollo socio-económico de "Nuestra América", así queda
reflejado en el establecimiento de un foro de cooperación con China
que institucionaliza "la cooperación de todo tipo" con la potencia
que, tradicionalmente contraria a la guerra, se perfila como la
principal del sistema internacional del siglo XXI.
Todo ese proceso transcurre en el contexto de una
evolución geopolítica internacional que se manifiesta en el
desplazamiento del centro de gravedad de la economía mundial hacia
el Asia-Pacífico; la declinación del poderío hegemónico de los
Estados Unidos; el irreparable derrumbe del proyecto de integración
europeo; la persistencia de la crisis económica desatada en el 2008
y la permanencia de un "orden" económico mundial in-justo que
concentra riqueza, margina naciones y profundiza la depredación del
medio ambiente. En este complejo escenario internacional, sin duda,
la CELAC es un vigoroso incentivo para el ideal nuestroamericano,
por el cual luchó el inolvidable Comandante Hugo Chávez Frías.