A
pocos días de la celebración en La Habana de la II Cumbre de la
Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), los días
28 y 29 de enero, mucho se ha debatido sobre el surgimiento de un
nuevo actor regional de carácter progresista en las relaciones
internacionales.
En ese sentido, la teoría política internacional ha acuñado el
concepto de actor para referirse a entidades colectivas, o entes
sociales, que actúan e influyen con su accionar en la dinámica del
escenario mundial. En suma, los actores internacionales son los
elementos que integran el sistema de relaciones internacionales.
Además de los estados, que han sido los principales actores
internacionales, y durante siglos los protagonistas casi exclusivos
de la dinámica mundial, también son actores internacionales, las
grandes organizaciones interestatales, como la Organización de las
Naciones Unidas (ONU) y las organizaciones regionales, pues, aunque
sus facultades les han sido atribuidas por los estados, tienen, una
vez creadas, personalidad jurídica propia.
En relación con la introducción teórica de los párrafos
iniciales, la CELAC es el único mecanismo de diálogo que agrupa a 33
países independientes de América Latina y el Caribe, que han
acordado su disposición de avanzar en el proceso de integración
política, económica, social y cultural, en los marcos de un
equilibrio justo entre la unidad y la diversidad, y sobre la base de
un programa común de bienestar y paz regional, seguridad y desarme
nuclear internacional, con el objetivo de consolidarse en una
verdadera e integrada comunidad regional.
Es el resultado de los acervos heredados por los principios
compartidos y consensos adoptados en la Cumbre de Amé-rica Latina y
el Caribe sobre la Integración y Desarrollo (CALC) y el Mecanismo
Permanente de Consulta y Concertación Política del Grupo de Río, que
luego de una trayectoria útil cesaron formalmente sus acciones y
dieron lugar a la CELAC.
Es un foro de concertación política cuyos procesos de intercambio
y negociación tendrían en cuenta los valores y principios
reconocidos por todos los estados en la Carta de las Naciones
Unidas, a saber: el respeto al Derecho Internacional, la solución
pacífica de las controversias, la prohibición del uso y de la
amenaza del uso de la fuerza, el respeto a la autodeterminación, la
soberanía, la integridad territorial, la no injerencia en los
asuntos internos de cada país, la protección y promoción de todos
los derechos humanos y de la democracia.
La CELAC representa un avance en el fortalecimiento y la
consolidación de las complementariedades latinoamericana y caribeña
en la senda del desarrollo socio-económico y la cooperación; es un
eje integrador del espacio común y servirá de instrumento para la
reducción de las asimetrías entre los países miembros de la entidad.
Con la CELAC, se ha sellado un ciclo histórico y nació un actor
progresista en las relaciones hemisféricas e internacionales, porque
en sus concepciones estratégicas está contenido el ideario
bolivariano, martiano, fidelista, chavista, guevariano, el cual
irrumpe en la Política Internacional para contribuir a la
transformación de las actuales relaciones hegemónicas Norte-Sur, y
hacer de los vínculos Sur-Sur un verdadero paradigma de la unidad y
la paz, en un sistema-mundo deseado pluripolar y pluricultural en su
perspectiva contraria a las injustas relaciones de poder dominantes
en las relaciones internacionales.
En resumen, la CELAC es portadora de una nueva ética política, lo
que la convierte en un actor con efectivas potencialidades para el
despliegue de una amplia agenda continental, en un contexto
histórico y político de avances progresistas en las relaciones
hemisféricas, aunque no todos los gobiernos de los respectivos
países tengan un signo ideológico progresista.
La CELAC es una importante contribución al equilibrio global. No
por casualidad, su existencia y pleno desarrollo gozan del
reconocimiento de importantes potencias, como China, Rusia e India,
y de otros actores de gran influencia y significación en la Política
Internacional.