Leticia Martínez
Porque Nuestra América no olvida, porque pasaron
los tiempos en que sus horizontes andaban demasiado lejos de sus
geografías naturales, y porque honrar dignifica, líderes de América
Latina y el Caribe cruzaron el túnel de La Habana para asistir, en
la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña, al homenaje que la CELAC
preparó a su más ferviente promotor: el Comandante Hugo Chávez, "el
guerrero de la luz, el niño de Sabaneta que logró convertirse en un
gigante".

Así lo definió Nicolás Maduro, luego de cortar
junto a Raúl la cinta inaugural del museo que honra en suelo cubano
al mejor amigo que tuvo esta Isla. "Este es un gesto de amor
verdadero hacia un hombre que todos conocemos, su huella y su
memoria están frescas todavía, su voz aún retumba, su paso sigue
vigente".
"Chávez fue un guerrero de las ideas, él encontró
los caminos que hace más de 200 años habíamos perdido. Nos enseñó
que la historia está viva, que no es solo un testimonio del pasado,
que es un proceso continuo, por eso estamos en medio de esta Cumbre
que es la gran obra inconclusa de los libertadores".
Con los hermanos de América, dijo, estamos
recordando esta mañana "la vida de un rebelde que supo cortar el
tiempo, que supo crear una nueva época. El impacto de su paso por la
patria americana está todavía marcándose".
Y fue justamente Maduro, tan conocedor de la vida
de su Comandante eterno, quien guió a los Presidentes y Cancilleres
a través de las fotografías y pertenencias de Chávez que completan
el museo. Les mostró las instantáneas de su infancia, cuando "era
pobre pero feliz"; sus uniformes de pelotero y de militar; la boina
roja convertida en símbolo revolucionario. Les contó que le decían
Tribilín, que era zurdo en la pelota, que amaba a sus abuelas; y les
volvió a narrar la historia de aquel "por ahora" profetizador.
Entonces volvieron a encontrarse con las
con-movedoras imágenes de Chávez abrazado con Fidel, hablando casi
en secreto con Raúl, desbaratado de la risa con Cristina, en pose de
"conspirador" con Lula y Néstor Kirchner, quizás filosofando con
Pepe Mujica o ideando la integración con Evo.
Y hubo risas, recuerdos rescatados, allí donde
también naufragó la tristeza porque Chávez aún después de partir
sigue siendo vida, sigue "encaprichado" en no irse, en seguir
acompañándonos, más ahora que nuestros pueblos comienzan a
acercarse.






Fotos: AIN