ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
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Eva Despaigne, lideresa de Obini Batá, ofrece sus razones en esta película Foto: TOMADA DEL PORTAL ENDAC

Cuando partimos de la certeza de los extraordinarios aportes de las culturas africanas a las que emergieron,

fruto de los procesos de transculturación, en las tierras del llamado Nuevo Mundo, las coordenadas tienden a focalizar tres complejos musicales de fecundas raíces y notable proyección en la historia y la actualidad sonora de Brasil, Estados Unidos y Cuba.
De cómo mujeres y hombres esclavizados, explotados y desarraigados por las potencias coloniales europeas, hallaron espacios para el desarrollo de expresiones propias –tan nuestras que, al escucharlas, parecieran estar ahí toda una vida– trata el filme Razones africanas (2023), del brasileño Jefferson Mello, en las pantallas del 44 Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana.
La radicalidad del enfoque de Mello se explica por traer a un primer plano músicas de absoluta vigencia que anticipan géneros y especies que, en los tres países mencionados, integran la columna vertebral de sus músicas populares: el blues, la rumba y el jongo. Sin el blues, no se concibe el jazz ni el rock; sin rumba, no hay son ni salsa; sin jongo, imposible hablar de samba ni bossa nova.
El realizador viajó a África para completar el ciclo que va de los puntos de partida a los de llegada: en Mali, Congo y Angola indagó y filmó la fabricación y ejecución de instrumentos de cuerdas y percusión, movimientos de danzantes y tradiciones vinculadas a la cultura del vestir que, de un modo u otro, se reinventaron al otro lado del Atlántico.
Interesante resultó la elección de interlocutores que testimoniaran sus experiencias de vida. En Estados Unidos, Terry Harmonica Bean, nacido y criado en las márgenes del río Mississippi, guitarrista, compositor e intérprete de la filarmónica, investigador del entorno sonoro del blues y restaurador de piezas que se transmiten de una a otra generación.
A Mello le llamó la atención el elevado nivel de exigencia artística del grupo cubano Obini Batá, integrado por mujeres, y demostración del tránsito de cantos rituales, en su mayoría de origen yoruba, a la génesis de la rumba. Para muchos espectadores, no constituirá una sorpresa el desempeño de Obini Batá, puesto que, vencidos prejuicios y falsos dogmas, ellas no solo han impuesto su sello, sino que clasifican en la vanguardia del rescate y la actualización de una zona de primerísimo orden de la tradición musical insular. Mello dio la palabra a la lideresa del grupo, Eva Despaigne, quien despliega sus razones.
Otros espectadores, entre los cuales me incluyo, asistimos a un descubrimiento en el caso del jongo, desde la curiosidad de contar con una célula rítmica ejecutada por tres tambores –inevitable la comparación con los tambores batá– hasta los vasos comunicantes con el samba, el que florece en las escuelas cariocas, y sus prácticas comunitarias.
El Jongo de Serrinha, y el empeño de su lideresa, Lazir Sinval, en la comunidad de Madureira, al norte de Río de Janeiro, es un ejemplo de resistencia cultural y de respeto a quienes se irguieron como portadores de una tradición.     .

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