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Fotograma de Los delincuentes

Los delincuentes (Rodrigo Moreno, 2023) inicia mediante procesos de diálogo con Apenas un delincuente (Hugo Fregonese, 1949), para luego alejarse de esta mítica película argentina y convertirse en uno de los exponentes más heterodoxos de la historia del cine, dentro de un subgénero tan ortodoxo como el de las películas de atraco.

Se entiende, porque en realidad es mucho más que eso, solo tomado ello como pretexto de un drama –muy libre en sus formas expresivas, al hablar de un tema como la libertad, y reacio al encasillamiento genérico– sobre el malestar contemporáneo de un tipo de sujeto que puebla todas las geografías y se encuentra tan frustrado como deseoso de soltar sus amarras y cumplir alguna vez sus proyectos, casi imposible en la era del quiebre del llamado estado del bienestar.

Puede vincularse a muchos espacios o ubicaciones laborales, pero el filme lo relaciona con ese empleado institucional, dudoso del sentido  (fundamentalmente económico, pero también ontológico, social) para consigo mismo, la familia o la sociedad, de una labor que ha emprendido por años, al compás de la urgencia y la inercia, sin ser capaz esta siquiera de asegurarle el sustento para su jubilación.

Fruto del Nuevo Cine Argentino, el realizador de El custodio ha ubicado a la elogiada Los delincuentes en la mejor posición para una producción argentina en la lista de mejores títulos del año de la revista Sight and Sound, entre las más atendibles de estas selecciones a escala internacional. Los ojos del mundo se vuelven ante una bella, lúdica y cinéfila película que, sin desmarcarse de los formatos del cine industrial, curiosamente no se rige por atadura alguna. Asombra, descoloca, abraza, subyuga. Y, obvio, enorgullece a la región.

Lo que más me llama la atención de Lo mejor está por venir (Nanni Moretti, 2023) es ver el infructuoso fastidio del querido director italiano ante el efecto que ejercen las aplanadoras del streaming sobre la pantalla actual/futura y las dinámicas del consumo fílmico. Angustia compartida la suya por otros veteranos autores, aunque ya algunos quejosos se integraron, sin más remedio, a las nuevas formas de producción y distribución, incluido el mismísimo Martin Scorsese, quien firmó con Apple para su obra maestra de 2023, Los asesinos de la luna. Antes había rubricado con Netflix para El irlandés.

Moretti emprende en Lo mejor está por venir una circunnavegación por su propia galaxia, por sus neurosis habituales u otras parientes, en una película sobrecargada de referencias personales (las simbólicas a Caro diario y las narrativas a Abril) o ajenas; pero sin mucho para decir, per se, repetitiva a estas alturas de su trayectoria: incluso bajo el entendido de que creadores como él, Allen, Kaurismäki o Hong Sang-soo, de una u otra manera, siempre siguen filmando la misma película.

La barniza, sí, con rasgos de esos toques lúdicos que siempre se le agradecen, algún que otro giro inteligente y destellos de la chispa que ha acompañado su obra (ese alegre y contagioso momento musical del minuto 79 resulta impagable). Pero a la película le falta numen. Y molesta que no sacase el debido partido a un actor del talento de Silvio Orlando, lo que sí hizo Paolo Sorrentino en El joven Papa.

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