ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Avance de una caballería mambisa. A la carga el Mayor General Pedro Díaz Molina. Foto: Tomada del Libro Las fotografías Cubanas, 1898

En las guerras de independencia no faltó nunca el ingenio del mambí. Gracias a este, el Ejército Libertador de Cuba suplió carencias y encontró la forma de hostigar a los españoles, que lo superaban en hombres, armas y pertrechos.

Dice Eleuterio Llofrio Saguera, en su Historia de la insurrección y guerra de la Isla de Cuba, refiriéndose a los inicios de la Guerra de los Diez Años, que los mambises contaban con escasísimos medios materiales: además de estar casi desnudos, su armamento no guardaba uniformidad, entre las armas había unos rifles Spencer y otros Remington. La escuadra de caballería era la única fuerza bien equipada. Abundaban entre ellos las hachas, las barretas y picos, y algún instrumento de herrería y carpintería.

A tales medios el mambí sumó el machete, la escopeta de caza, otros tipos de rifles que fundamentalmente arrebataba al enemigo, lanzas, chuzas, tridentes, escudos, horquetillas...

En un testimonio, Esteban Montejo, esclavo devenido mambí, al remontarse a los primeros tiempos de dificultades, dijo: «…el cubano de aquellos años, del 68, no estaba preparado para pelear, tenía la fuerza por dentro, pero las manos limpias. Así y todo cogía una puya de jiquí y hacía un puñal. Con ese puñal se enfrentaba al enemigo que traía armas de fuego. Los preparaban por lo general los congos. Al que se lo clavaban lo dejaban tieso. A mi entender, esos puñales tenían brujería en la punta. Los españoles veían a un negro con un puñal de esos y salían echando un pie».

Las lanzas eran de palos de cuaba o de yaya, aguzados y quemados por las puntas. Igual usaron lanzas de hierro, algunas piezas de tuberías, metales cortados en trozos para metralla (los utilizaban en los cañones de cuero, madera y bronce). Recurrieron al lanzamiento de piedras, panales de abejas, avispas, al uso del fuego; para ello utilizaron botellas de vidrio con líquidos inflamables (petróleo y aguarrás), leña seca, ladrillos envueltos con trapos encendidos, bombas cargadas de aguardiente anisado mezclado con otros líquidos inflamables, puertas, ventanas, tejados, todo para provocar y alimentar el incendio.

Igualmente talaron árboles, cavaron zanjas, construyeron trincheras y abrigos defensivos de madera que situaban en los caminos del monte, en sentido paralelo a la vía o atravesándola, todo para impedir el avance de las tropas españolas.

Y fabricaron pólvora y cartuchos de guerra. Un artículo de José Martí, publicado en el periódico Patria, describe la inteligencia de los mambises en la fabricación de balas y cartuchos: «después de un día de marcha, a descansar haciendo cartuchos: –un cuarto de hoja de Diccionario, repartido como pan bendito: de bala un pedazo de clavo o de balaustre, “con más picos que el demonio”, la goma, la del jagüey, que no se despega sino con la vida: –enróllese la bala, y está hecho el cartucho».

También recogían los cartuchos que dejaban en el campo de batalla los soldados del Ejército español y los recuperaban en las fábricas instaladas en el medio del monte. Para hacer la pólvora extraían el nitro del estiércol de los murciélagos, junto a otras materias primas, y buscaban azufre. Se asegura que la pólvora fabricada era bastante buena. En las fábricas insurrectas se llegó también a elaborar balas de plomo.

Más avanzados fueron los distintos tipos de artefactos dinamiteros creados por los propios mambises, como las minas terrestres y fluviales. Estas fueron utilizadas principalmente para volar trenes, fuertes militares y, en menor cuantía, contra las cañoneras españolas. Las minas se usaron en las rutas de las tropas enemigas, que hacían estallar con mechas, detonantes o dispositivos eléctricos.

Aquí se incluye el original torpedo criollo, que puso en jaque a la navegación española en la extensa región central Cauto-Embarcadero. Estas ideas contaron con el aporte de mambises ingenieros militares, que debían su experiencia a los estudios realizados en Estados Unidos y a sus labores en la minería.

Fuente: Ismael Sarmiento Ramírez.  El Ingenio del Mambí. Tomo I. Editorial Oriente. Santiago de Cuba, 2008.

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Miguel Angel dijo:

1

4 de mayo de 2018

06:47:15


El ingenio del mambí era asombroso, nos legaron su impronta. Su firme decisión de luchar contra el oprobioso régimen español, su combatividad, altruismo, bravura y patriotismo fueron heredados por millones de cubanos en estos 150 años de Revolución. Viva Cuba libre!!!

Pedro Antonio dijo:

2

4 de mayo de 2018

08:29:24


Aqui si hay,se peleo duro,con inteligencia y valor.VIVA EL EJERCITO LIBERTADOR...............

RVR dijo:

3

4 de mayo de 2018

15:56:23


por eso el cubano resiste y vence, tiene el ingenio en sus genes

Ismael Sarmiento dijo:

4

4 de mayo de 2018

19:12:49


Mis felicitaciones por este artículo en Granma, a partir de la lectura del IMGENIO DEL MAMBÍ. El vivir de los mambises en los campos de Cuba Libre es un vivo ejemplo de los procesos de resiliencia que ha tenido el pueblo cubano a lo largo de la historia y de cómo somos capaces de crecernos ante las dificultades. El que los cubanos TODOS puedan leer parte de nuestra historia, a partir de acciones minúsculas, construye a su difusión y compresión en mayúscula. Un abrazo a la distancia,