Como nada es ajeno a la juventud cubana, este domingo va siendo más que movidito para las generaciones nuevas de granmenses. Sus afanes de descubridores, de bisoños primerizos, involucraron a muchachos y muchachas, niños y niñas, en el ejercicio electoral de este histórico 19 de abril.
Cada cual desde la altura de su edad, vivieron la jornada del domingo: unos que marcaron la boleta por primera vez, con un dejo orgulloso “por sentirse mayorcitos”, y otros de pañoleta y uniforme, más bajitos al lado de las urnas, con la aspiración de hacer lo mismo en pocos años.
Con algo de la timidez propia de quien se enfrenta a algo nuevo, Ernesto Rubén Díaz, estudiante de preuniversitario en Bayamo, dio algunas vueltas antes de entrar al colegio electoral atestado de “mayores”.
“Por suerte me encontré con Luis (Luis Enrique Prieto, amigo y vecino, alumno de la Escuela Pedagógica en la capital de Granma), que tenía el mismo susto, y decidimos entrar juntos”.
“Los dos sabemos a qué vinimos, a votar por el delegado del barrio, que es la persona al tanto de los problemas de la comunidad y nos representa en el gobierno del municipio.
“Es la primera vez que lo hacemos, y eso nos hace sentir importantes, que nos tienen en cuenta, y que ser mayor de edad también es una responsabilidad social muy alta”.
Luis Enrique, el amigo, temía estar inadecuado para la foto: “Imagínate, un formador de maestro en camiseta, short y sandalias”, sin contar el celular en la mano y la cadena vistosa al cuello.
Era un domingo caluroso que las personas en la fila sudaban a mares, pero ellos estaban más cómodos en sus ropas, sin formalismos, hablando de la noche anterior y de la última música en sus móviles, fieles a esas formas juveniles que los hacen auténticos a cualquier hora, y no contradicen el deber ni la responsabilidad civil.
“Lo importante es que vine a dar mi voto. Estoy aquí como joven revolucionario, y como ciudadano mayor de edad”, agregó en una sonrisa, mientras levantaba el carné de identidad, nuevecito todavía.
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