ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
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Leidys María Labrador Herrera significa que ser candidatas o diputadas no las hacen mejores, ni más valiosas, «no nos otorga prerrogativas de índole material o económico». Foto: COMISIÓN DE CANDIDATURA

Eran cerca de las cinco de la madrugada, hora en que habitualmente me levanto para escapar de mi «pequeña tornado» y poder escribir. Como de costumbre, antes de ponerme en función de la cuartilla, conecté los datos móviles y un mensaje en el WhatsApp me sorprendió.

Me informaban que había sido propuesta como precandidata a diputada en un pleno de la Central de Trabajadores de Cuba y, por lo tanto, necesitaban ciertos datos biográficos y una foto. Durante los días que siguieron, recibí otros mensajes similares de varias organizaciones.

Es gratificante y hermoso saber que, aunque trabajas cada día sin la intención de buscar reconocimiento alguno, el esfuerzo rinde frutos como ese: que otras personas vean en ti a alguien capaz de representarlos en el máximo órgano de poder del Estado, la Asamblea Nacional del Poder Popular.

Sin embargo, sabedora del inmenso número de personas valiosas y con brillantes trayectorias que habían sido propuestas a lo largo y ancho del país, y lógicamente, de la provincia, ni me pasaba por la cabeza estar en la candidatura final; pero, para mi sorpresa, así fue.

La Villa Azul de Cuba, esa inmortalizada en la voz de Pablo, «a Puerto Padre me voy», acogió mi propuesta, la que, luego de jornadas de intercambios y consultas, fue definitivamente aprobada por los delegados de su Asamblea Municipal.

Lo que he vivido desde ese día hasta hoy me ha hecho exclamar que soy jobabense por nacimiento, tunera por residencia y puertopadrense por adopción, una afirmación que no va a cambiar ya, aunque el pueblo de ese municipio decida o no que yo llegue, en su nombre, a formar parte del Parlamento cubano.

Durante las últimas semanas he vivido experiencias que atesoro entre las más valiosas y enriquecedoras de mi vida, porque no hay nada más reconfortante que el intercambio abierto, profundo, sistemático, entre cubanos de bien, patriotas ante todo.

Así, bajo esa premisa, y con el privilegio de contar, en esta nueva oportunidad, de crecimiento personal y colectivo, con otras dos valiosas mujeres, de quienes también he aprendido mucho, he caminado Puerto Padre, desde el corazón de sus campos hasta el encantador centro de esa ciudad que besa el mar, y he reafirmado cuánta gente humilde y valerosa existe en esta tierra.

Con notable madurez, cada intercambio ha sacado a la luz nuestros problemas, aquellos acuciantes a los que debemos con urgencia ponerles nuestra inteligencia colectiva, nuestro espíritu creativo. Hemos discutido también de ineficiencia donde la hay, o de falta de sensibilidad si existe, y de lo bueno que sería un impulso sin bloqueo para nuestra lastimada economía.

Pero, por encima de todo eso, hemos recordado juntos el valor incalculable de nuestra obra social, lo que ha hecho por cada uno de nosotros.

No hay campañas. Nada tengo yo para ofrecer que no sean mi compromiso y mi empeño. No hay promesas electorales, a nadie he pedido que vote por mí, nada de eso sería ético ni digno de nuestra democracia.

La verdadera intención de estos encuentros es que rompamos la frialdad de una foto y los datos biográficos en el papel, es que las personas vean que no existe diferencia alguna entre ellas y nosotros, que pueblo somos todos y dentro de ese pueblo cada quien tiene misiones que cumplir.

Ser candidatas no nos hace mejores ni más valiosas, no nos otorga prerrogativas de índole material o económica, como tampoco lo hace el hecho de ser diputadas.

Hoy es Leidys, pero pudiera ser cualquier otra de los millones de personas valiosas que habitan esta Isla quien integre una candidatura, o la Asamblea Nacional. Porque no hay nada más parecido a la sociedad cubana que esa Asamblea, pueblo en composición reducida, bajo el principio de representatividad.

El 26 de marzo no iremos a votar por tal o más cual candidato, iremos a votar por algo mucho más grande, que nos sobrepasa, iremos a votar por Cuba; por una Cuba mejor que sí es posible, pero solo si entre todos la hacemos.

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