Pinar del Río.–Cuando por fin la dejaron retornar a su casa, en la mañana del 28 de septiembre pasado, María Luisa Hernández sintió que algo en su interior se derrumbaba.
Como sabía que era una vivienda muy antigua, había decidido pasar el ciclón en la de su hermana, pero siempre tuvo la esperanza de que resistiría.
Sin embargo, no fue así. Al cabo de aquella noche interminable, en la que apenas pudo dormir y sintió «mucho miedo», cuando las rachas de viento del huracán Ian comenzaron a amainar, encontró que su casa ya no era la misma.
Los huecos enormes en el cielo raso, sobre la sala donde ahora conversamos, dejan ver las hendijas del techo por donde cada vez que llueve, le entra el agua.
Cuenta que lo mismo pasa en buena parte de la casa, donde los remiendos que hizo su nieto, junto con dos amigos, han hecho que, por lo menos, el sol no la castigue ni se mojen las camas, hasta tanto aparece otra solución.
María Luisa, sin embargo, no perdió mucho tiempo lamentando lo que había pasado y, poco después, cumpliendo con sus obligaciones como delegada, ya estaba recorriendo su circunscripción, para hacer el levantamiento de las afectaciones.
Desde entonces, ha permanecido trabajando en función de las labores recuperativas, en el puesto de mando del Consejo de Defensa de la Zona Capitán San Luis, de la ciudad de Pinar del Río, o en la calle, con la gente.
Entre las prioridades, ha estado la atención a los casos vulnerables, el control de los materiales, para que no haya desvíos; el acompañamiento a las fuerzas que han llegado de todas partes del país para ayudar a los pinareños a volverse a levantar.
«En la recogida de escombros y de los árboles derribados por el ciclón, por ejemplo, participaron muchos vecinos. La gente se volcó en estas cuadras a limpiar, recoger, echar en los camiones», rememora María Luisa.
A sus 86 años, es la delegada más longeva de Pinar del Río y la única que ha permanecido en el cargo desde la creación del Poder Popular, en 1976.
Su elección, una y otra vez, a lo largo de tantos años y de etapas distintas del país, habla de su enorme prestigio dentro de la comunidad y de su consagración a esta importante tarea de representar al pueblo.
«Es un orgullo, pero también una responsabilidad muy grande», asegura esta valerosa mujer, maestra de profesión, que al triunfo de la Revolución ayudó a alfabetizar a los soldados del Ejército Rebelde, y luego a los campesinos de la zona de San Cayetano, en las montañas de Viñales.
En más de cuatro décadas y media de labor como delegada de circunscripción, acumula recuerdos de todo tipo, desde la solución de no pocos problemas con el concurso de los vecinos, hasta los «encontronazos» con directivos que no han respetado su función.
«Una vez, llegué a una empresa y escuché al director diciendo que no estaba para delegados. Pero seguí caminando hasta donde se encontraba y le dije que se había equivocado, y que a mí me tenía que atender».
Precisamente, la falta de conciencia de algunas administraciones a la hora de resolver o al menos dar respuesta a los problemas que aquejan a la población, está entre sus mayores insatisfacciones.
«Hay que seguir trabajando para que los organismos sientan como suya la responsabilidad con la solución de los planteamientos, y que no pase tanto tiempo para que los atiendan», señala María Luisa.
A pesar de su vasta experiencia, confiesa que en su circunscripción también hay planteamientos envejecidos.
«Esas son cosas que dejan mal parados a los delegados, y dan la impresión de que uno no tramitara las preocupaciones de la gente, como si no hiciera ninguna acción. Y eso que a mí nadie me puede hablar de gestiones, porque yo sí voy a todas partes», advierte.
Aun cuando hay aspectos que pudieran perfeccionarse, asegura que ese vínculo permanente con la población y el hecho de que sean las personas de la propia comunidad las que proponen y eligen a sus representantes, es algo que engrandece el sistema electoral cubano y constituye una conquista que bajo ningún concepto se puede perder.
En sus 86 años, jamás había visto un fenómeno meteorológico tan destructivo como Ian. Las más de 300 afectaciones en su circunscripción (la número cinco del consejo popular de Capitán San Luis), sobre un fondo habitacional de 417, por ejemplo, es una cifra inédita que demandará un esfuerzo gigantesco para su completa solución.
Por su edad, María Luisa pidió no volver a ser nominada como candidata para las próximas elecciones del 27 de noviembre, y dar paso a la juventud. «En nuestros barrios hay mucha gente valiosa y comprometida, que podrá hacerlo bien», asegura. Sin embargo, advierte que el suyo solo será un descanso a medias. «Voy a seguir vinculada con el trabajo en la comunidad, activa, haciendo cosas, ayudando en lo que haga falta, donde sea necesario».
- «La Revolución es la obra de todos, la Revolución es el sacrificio de todos, la Revolución es el ideal de todos y la Revolución será el fruto de todos».
- «Hay que actuar con métodos revolucionarios, métodos nuevos, métodos democráticos, de los que corresponden a una democracia revolucionaria, a una democracia obrera; porque eso significa el socialismo: significa precisamente el gobierno del país por la mayoría del país, que son los que trabajan, los que producen y los que imponen su ley revolucionaria, con la fuerza de su razón y con la fuerza de su energía».
- «¡Esa capacidad de crear, ese sacrificio, esa generosidad de unos hacia otros, esa hermandad que hoy reina en nuestro pueblo, eso es socialismo! Y esa esperanza, esa gran esperanza de mañana, ¡eso es socialismo!, (…) y por eso, ¡seremos siempre socialistas!, ¡por eso somos marxista-leninistas! (…) ¡Y por eso no son los dirigentes, es el pueblo, son las masas las que levantamos la mano y decimos y repetimos que somos y seremos marxista-leninistas!».
(Ideas del Comandante en Jefe en varios discursos)
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