El término abrumar, del latín brüma, “niebla”, apareció en el siglo xv; significa “agobiar con un peso grave”; se deriva de bruma, variante de broma, “carcoma de los buques”, por lo pesada que se volvía una embarcación comida o cubierta por ella.
Además de la acepción con que más lo empleamos, “chanza, burla”, broma es un “molusco lamelibranquio marino de aspecto vermiforme, cuyas valvas funcionan como mandíbulas y perforan la madera sumergida, practicando en ella galerías que el propio animal reviste de una materia calcárea, con lo que causa graves daños en las construcciones navales”.
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