La llamada Regla 80-20 de Pareto, también conocida como Ley de los pocos vitales, es un principio sobre la distribución que establece que aproximadamente el 80 % de los resultados proviene del 20 % de las acciones.
Hoy el método se aplica en disímiles escenarios, con el objetivo de enfocar el trabajo en aquellos aspectos más relevantes o que generen un mayor rendimiento. Se trata de atender primero a los llamados «pocos de mucho».
Parto de una pregunta inicial: ¿Cuáles serían las principales distorsiones que hoy padece nuestra economía, dentro de las muchas que pudieran enumerarse?
Yo las reduciría a dos: el déficit fiscal y la inflación. La primera se refiere a la diferencia negativa entre ingresos y gastos del Presupuesto; la segunda, a un fuerte desequilibrio entre la demanda solvente y la oferta en el mercado, lo que provoca un aumento generalizado y sostenido de los precios.
Aquí debemos prestar atención a una paradoja: una de las causas del déficit fiscal es la inflación, pero resulta que una de las causas de la inflación es también el déficit fiscal. Existe una estrecha interacción entre ambos fenómenos; cuestión que exigirá operar de manera incesante, hasta conseguir el adecuado equilibrio.
Simplificando lo que en esencia es más complejo, podemos decir que un aumento de la inflación disminuye el alcance real de los ingresos del Presupuesto, lo cual provoca mayor déficit; mientras el aumento del déficit obliga a una mayor emisión monetaria, lo cual aumenta la inflación.
Para romper, o al menos atenuar esa indeseable acción recíproca, será necesario disminuir gastos y aumentar ingresos por diferentes vías, hasta que se consiga reducir en lo posible el exceso de circulación monetaria.
Ahora bien, más allá de peligrosas interrelaciones en la macroeconomía, hay otro elemento que provoca un significativo aumento de la inflación: la crónica insuficiencia de ofertas de bienes y servicios en el mercado.
Esto significa que cualquier programa de estabilización macroeconómica que se proponga, también debe incluir acciones dirigidas a solventar arduas distorsiones en la microeconomía.
En resumen: uno, vital será revertir el deterioro del déficit fiscal, principal generador de desequilibrios que derivan en mayor inflación; dos, se debe procurar una mayor presencia de ofertas de bienes y servicios en el mercado.
Ahora bien, para aumentar la disponibilidad de bienes y servicios, sobre todo se necesitan divisas. Sin ellas no podemos adquirir los combustibles, materias primas y otros insumos necesarios para la producción.
Con tal propósito, entre otras medidas urge aplicar políticas de estímulo dirigidas a incentivar la exportación y la inversión extranjera. Vital resulta la renegociación de la deuda externa, de modo que con ello se restauren flujos de financiamientos corrientes y a largo plazo. Asimismo, parece necesario priorizar la asignación inicial de divisas hacia aquellas producciones e inversiones que generen mayor rendimiento en el corto plazo.
También es importante incentivar el ahorro a través de la sustitución de importaciones; fundamentalmente con una mayor producción de alimentos e inversiones dirigidas a disminuir la dependencia de combustibles fósiles en la generación eléctrica. Asimismo, cardinal resulta implementar medidas que permitan, si no eludir, al menos mitigar el impacto del bloqueo.
Todo ello deberá hacerse cuidando que el mayor costo no recaiga en la parte más vulnerable de la población, ni se deterioren aún más los servicios sociales. Sin duda, se trata de un escenario sumamente complejo; pero no insoluble. Otras veces lo vivimos y, ciertamente, supimos salir adelante.
COMENTAR
Pedro dijo:
1
19 de abril de 2024
19:09:41
Francisco Fdez dijo:
2
19 de abril de 2024
19:35:12
Antonio R. Salvador dijo:
3
20 de abril de 2024
21:28:06
Responder comentario