Acabo de regresar de la Feria del Libro de Sancti Spíritus. En el evento, un amigo escritor me preguntó qué tema económico yo abordaría esta semana. Le dije: la Feria del Libro. Arrugó la frente y preguntó: ¿Y cómo vas a mezclar la cultura con la economía? Sonreí y repliqué con otra pregunta: ¿Por qué no?
Muchas personas consideran que la cultura es un gasto, cuando en realidad es una inversión. La cultura no solo contribuye a una mayor cohesión y bienestar social, sino que, asimismo, establece amplia transversalidad con las diversas ramas y sectores de la economía. Mientras más sólida sea una cultura, más racional, saludable, creativa y, por tanto, productiva es una sociedad.
Quizá ningún otro país como Bután tenga claro el papel que juega la cultura en la economía. Ellos no miden el crecimiento económico mediante el PIH, sino por su impacto en la felicidad de la gente. Es algo lógico, pues la economía no es un fin en sí misma, sino un medio para aumentar el bienestar de las personas.
Por ejemplo, si compramos un televisor, no es para deleitarnos viendo que tiene un cristal delante, una antena arriba y un mando con botones de colores, sino para disfrutar de los programas preferidos. Bajo esa óptica, es correcto medir la economía a través de su influencia en la espiritualidad.
La Feria del Libro de Sancti Spíritus fue un ejemplo de rentabilidad y eficiencia; en ella se vendió casi la totalidad de los libros disponibles. Si uno aquilata el resultado desde el volumen de ventas en moneda nacional –unos 700 000 pesos–, puede pensar que es poco, pero en Cuba el libro está fuertemente subsidiado, y esto significa que, como promedio, uno de cada cuatro habitantes de la ciudad adquirió un título.
Yo me fui con cuatro excelentes ejemplares por solo 130 pesos. Entre otros, compré una excelente novela de Francisco López Sacha, premio Carpentier, y un poemario del gran poeta italiano Edoardo Sanguineti, que cuesta 20 dólares en Amazon.
La Feria esta vez fue dedicada al poeta e investigador de la cultura local Juan Eduardo Bernal Echemendía. Amén del homenaje a un destacado autor, esto sirvió de motivo para potenciar la participación de agrupaciones tradicionales propias del territorio: tríos, trova, coro de claves, el cuarteto Toledo y la Parranda Espirituana, que a la par de regalar puntos guajiros únicos en el país, acompañó a la carismática cantante de música campesina Marisol Guillama, invitada especial al evento.
Muy eficiente –por usar un término propio de la economía– resultó el programa profesional. Se invitaron a autores, críticos e investigadores que garantizaron altura conceptual en conferencias, paneles y presentaciones de libros.
Entre otros, se dieron cita los reconocidos poetas Rito Ramón Aroche, Oscar Cruz y José Luis Serrano, premio Guillén de Poesía. Los autores de literatura infantil Nieves Cárdenas y Maikel Rodríguez Calviño; y los ensayistas, críticos o investigadores Gertrudis Ortiz, Karina Pino Santos y Caridad Atencio, esta última también destacada poeta.
Pese a las dificultades con el transporte y con la energía eléctrica, fue notable la asistencia de público. Las palmas se las llevó el stand de Luminaria, editorial dirigida por el escritor Luis Mateo Lorenzo, cuyas actividades profesionales siempre desbordaron la capacidad de la sala en la galería Oscar Fernández Morera.
El diseño y ejecución del evento profesional estuvo a cargo del Centro de Promoción Literaria Raúl Ferrer, dirigido por la narradora e investigadora Saylí Alba Álvarez. Naturalmente, todo ello fue organizado y financiado por el Centro Provincial del Libro y la Literatura, y la Dirección Provincial de Cultura en Sancti Spíritus, quienes pudieron demostrar que es posible lograr una alta rentabilidad social de la cultura con un mínimo de gastos.
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