Por las redes sociales ha circulado un chiste en el que cierta persona ordena por teléfono una pizza. Del otro lado le responde un algoritmo de inteligencia artificial (IA), que le recomienda no pedir la misma pizza de siempre, sino otra más amigable con sus problemas de colesterol.
Sorprendido, el hombre pregunta cómo sabe eso, y el algoritmo explica que la pizzería fue comprada por Google, y tiene delante su expediente médico.
Pero yo estoy tomando la medicina y no me hará daño, justifica el cliente. No lo creo, replica la IA, en ninguna farmacia aparece que usted haya comprado el medicamento en el último año. Me lo compró mi secretaria. Eso es imposible: no hay ninguna factura a nombre de su secretaria. ¿Cómo sabe el nombre de ella? Porque tengo delante la nómina y los estados financieros de su empresa.
Bueno, empiezo por decirle que quizá esto ya no será más un chiste; en breve pudiera ser la realidad cotidiana.
El Banco Central Europeo (BCE) ha anunciado que el proyecto del euro digital entra en su segunda fase de «preparación». Dicen «preparación», pero en realidad el proyecto lleva años preparándose con bajo perfil mediático. Lo que ahora toca es completar los lineamientos para su uso y funcionamiento, y elegir a los proveedores para desarrollar la plataforma e infraestructura necesarias.
No hay que confundir la Moneda Digital del Banco Central (CBDC por sus siglas en inglés), con las monedas virtuales tal como hoy las conocemos. Las del CBDC llevan incluido un código que las identifica de forma única, de modo que el Banco Central emisor –y vaya usted a saber quién más– no solo podría conocer cómo y de quién una persona recibió su dinero, sino también dónde lo gasta y en qué.
Por supuesto, las primeras reacciones públicas apuntan a cómo se manejará la privacidad de datos, de lo cual aún no hay anuncios. Imagino, entretanto, que también habrá preocupación en ciertos bancos comerciales. Qué será de nosotros, se estarían preguntando, pues la gente querrá tener el depósito en el usuario final, no en el intermediario. Una retirada masiva de dinero los dejaría en la quiebra.
La posibilidad de que el BCE anunciara la emisión de esa moneda para este octubre, salió a la luz en marzo pasado gracias a una soberana tomadura de pelos. Los conocidos humoristas rusos Lexus y Vován se hicieron pasar por el presidente ucraniano Vladimir Zelenski, y tuvieron una larga conversación telefónica con Christine Lagarde, presidenta del bce, en la cual esta reveló la estrategia.
En cuanto a Estados Unidos, también el asunto se ha manejado con discreción, pero hace varios meses se dijo que empezarían a ensayar operaciones con el dólar cbde en determinados bancos de Carolina del Norte. Esto ocurrió a raíz de la más reciente crisis bancaria.
Y a no pensar que esto será algo que solo involucra a los estadounidenses y los europeos: será una trampa para el resto de los países. Según un reciente informe de Swift, las transacciones en dólares representan el 84.3 % del mercado global. En un mundo, en el cual son una realidad las supercomputadoras cuánticas y los potentes algoritmos de inteligencia artificial, Estados Unidos tendría una apreciable ventaja competitiva, en tanto conocería en detalle qué adquiere cada país, y con qué objetivo.
En fin, estamos a las puertas del control social en grado extremo. Una vez más se hace presente el adagio de que toda ficción es superada por la realidad. Ni al mismísimo Orwell, en su conocida novela 1984, se le ocurrió tan sencillo mecanismo para ejercer la vigilancia masiva a escala planetaria. Ya sabemos: el Gran Hermano, personaje central de esa novela, jamás descansa.
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Rubert Dominguez dijo:
1
12 de noviembre de 2023
09:10:52
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