Dos hermosas localidades del sudeste de China: Xianju, un condado bajo la administración de la ciudad prefectura de Taizhou, en la provincia de Zhejiang, y Fuding, municipio de la ciudad prefectura de Ningde, provincia de Fujian, fueron los últimos puntos de la vasta geografía del gigante asiático en los que actuó el Ballet Español de Cuba (BEC), dirigido por el maestro Eduardo Veitía. Así puso punto final a una gira que los llevó por 20 ciudades, de 11 provincias, la región autónoma de Ningxia, Shanghái y la capital, Beijing, en cerca de dos meses.
Un elegante retrato de La Habana y de otros rincones de la Isla acercó el BEC a China con el espectáculo Yo soy Cuba que, como en las páginas de un libro, narró una suerte de arcoíris de historias, en música y baile, que sedujo los sentidos de los diferentes auditorios, regalando lo mejor de nuestra cultura, esa que hace cinco siglos empezó a forjarse en esta isla del Caribe, con esos hombres y mujeres que llegaron desde muchos lares, y junto a lo autóctono, escribieron el futuro, con una escenografía natural de anécdotas procedentes de varios confines del universo, para realzar la naturaleza criolla, espontánea, de muchos matices culturales, que llegan de aquí y de allá. Esta segunda visita del BEC a China dejó una amplia estela de ovaciones, por casi medio país.
ESPACIO MÁGICO Y MUSICAL
En todos esos puntos de la amplia geografía china, el Ballet Español de Cuba dejó huellas artísticas de alto calibre. Y las imágenes de cubanía, transformadas en cinco cuadros/escenas: El bar, El solar, El malecón, El parque y El carnaval, con el instante máximo de interacción cultural entre el cuadro cuatro y cinco, que es neurálgico para dar a conocer –de forma inteligente, atractiva y novedosa– la génesis de nuestra nacionalidad.
En ese espacio mágico emerge, de manera original, lo español, lo africano y lo chino de nuestras raíces, y motivó siempre a los públicos de los diferentes auditorios. Los del Gran Teatro de Xianju y del Gran Teatro de Fuding no fueron una excepción. Aún resuenan las palmadas que interactuaron con los diferentes ritmos, banderas cubanas, amigos y admiradores que se acercaban, luego de las funciones, para conocer de nuestra Isla, y muchos amantes de nuestra cultura, música y bailes, que «persiguieron» las actuaciones. Ahí fuimos Cuba y su arte.
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