ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Maritza Arribas posee excelentes resultados con más de 50 años. Foto: fide.com

El apodo de la Dama de Hierro no nació en estas páginas. Fue el comunicador y árbitro fide Osmany Pedraza quien bautizó así a Maritza Arribas. Haciendo honor a su mote, tal parece que ella pasa por el tiempo, mientras este no halla la manera de oxidarla con la vejez.

«Me gusta el sobrenombre y me identifica. Eso me motiva para demostrar que se puede más», confiesa quien, pasados los 50 años, aumenta sus propiedades, como el buen vino.

En medio de la élite global hay que mencionar el nombre de Maritza. El pasado año, en la Olimpiada de Budapest, terminó con seis puntos de nueve posibles, por cinco victorias y dos empates. Hace poco sumó un tercer lugar mundial sénior.

«Fue un honor vivir esa experiencia. Luis Sierio y yo estábamos hospedados cerca de la ciudad y salíamos a caminarla y conocerla en las mañanas. Además, compartimos hotel con Nona Gaprindashvili, una figura histórica», recuerda.

Sin embargo, las aspiraciones en Lecce no se limitaban a contemplar las maravillas propias del país. «Estaba dispuesta a luchar. Esa es mi característica principal y, en esta ocasión, debía aguantar hasta el final. Ese fue mi propósito.

«Tenía muy buenas rivales. Perder contra Pia Cramling en la tercera ronda no me desanimó, pues ella es una figura histórica, además de la favorita. Al terminar la ronda, vi que continuaba en el pelotón entre las primeras. Allí me di cuenta de que, si seguía mi estrategia, podía llegar al podio», relata.

Para alcanzar la cima tuvo que burlar un calvario, algo que ella define como «una película de ficción y terror». A la santiaguera solo le bastaba ganar en las rondas finales para llegar al podio. Pero, dando el extra y con nervios de acero, como su mote, lo consiguió.

«Salí a arriesgarlo todo en mi última presentación. Tenía la presión de ganar y en ese momento todas las del pelotón estábamos igualadas. Al final, las demás empataron y solo quedaba la partida contra mi rival.

«Tuvimos varios apuros de tiempo y fuimos las últimas en terminar. No podía hablar y solo me levanté una vez para ir al baño, me lo estaba jugando todo. Al final, la georgiana cometió un error y lo rematé bien. Poco después se rindió.

«No me lo podía creer cuando pasó, quedé paralizada y empecé a llorar. Los nervios ya me habían aguantado demasiado y exploté», recuerda emocionada.

Maritza Arribas tiene un secreto para conservar su estilo letal sobre el tablero y ser una ganadora: «Disfrutar al máximo y no presionarme», aunque admite, entre risas, que este evento fue todo lo contrario. «Me propuse cambiar la manera de enfrentar los torneos. Trato de ver ajedrez todo el tiempo y eso me ayuda», argumenta.

Falta mucho para que el tiempo corrompa a la Dama de Hierro. «Mientras tenga este espíritu combativo, seguiré jugando». A la santiaguera, ajedrecista profesional y ciclista por hobby, le queda mucho por decir en las 64 casillas.

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