«Resulta un honor representar a Cuba en estas Sordolimpiadas, mi sueño desde cuando no pude asistir a la edición de Caxias do Sul, tres años atrás», confesó a Granma Yadira Ramos, la primera medallista cubana en el certamen múltiple con sede en Tokio, dueña del bronce en la división de 63 kilogramos del judo.
«En el primer combate llevaba la ventaja por las penalizaciones de la rival, no creía que pudiera proyectarme, pues me sentía más fuerte y efectiva.
«Sin embargo, a mitad del tiempo me cantaron un shido que debía ser para ella, por un falso ataque. A partir de entonces me robó la iniciativa e igualó el combate. Definimos en regla de oro, ella siguió a la ofensiva y se me fue de las manos, me descalificaron», relató su única derrota en la presentación inicial ante la surcoreana Hyeonah Lee.
Tras el avance de la asiática a la final y el arrastre de la habanera al repechaje, asumió la búsqueda del bronce consciente de iniciar una batalla por todo o nada. «Tienes que decirte a ti misma: voy a dar lo que me queda ahora, sin rendirme fácilmente, porque no quiero irme sin resultados de aquí. Cuando pasamos por estas situaciones, necesitamos sacar el extra».
Con esa determinación venció por ippon a la india Aditi Sharma en la ronda de las segundas oportunidades, y a la kazaja Evelina Yegemberdiyeva durante la disputa de las preseas.
«He sido campeona centro y panamericana, pero este evento me ha permitido ver un nivel mucho más fuerte. Aparecer entre las medallistas significa que ha valido la pena, resulta satisfactorio y gratificante luego de tanto sacrificio.
«Me encuentro entre las mejores y puedo optar por más. Este resultado me compromete a perseguir otras metas». Muestra su creencia divina cuando comparte su victoria con Cristo y su agradecimiento humano a los familiares y al judo, su otra familia, «por el cariño, la fe y la esperanza».

















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