ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Raúl Trujillo fue condecorado en honor a su trayectoria profesional. Foto: Ricardo López Hevia

Resultaría incompleta la leyenda dorada de Mijaín López al margen de la esbozada por Raúl Trujillo, escultor de los tres últimos lauros del pinareño bajo los cinco aros.

El mayor de ese dúo nunca se rindió, a pesar de una jubilación temprana por una grave lesión, tras devenir el exponente del país en los 52 kilogramos en los estilos libre y clásico. Los retos destruyen o encumbran, y al matancero le exigieron conquistar el cielo. Enamorado de los tapices, escogió guiar a las nuevas generaciones.

En ese sentido, poseía más fuerza en su mente que en los brazos; y con ella, sumada a su sabiduría, llevó  a la Isla a disímiles proezas en todo tipo de escenario competitivo, con el dominio de nuestras delegaciones en muchos certámenes en cuanto al número de preseas.

Por su carrera al frente de la modalidad grecorromana, con tantos logros y contribuciones a la vida de sus atletas, lo distinguió el Comité Olímpico Internacional con sus Premios para Entrenadores 2025.

«Esta noticia me sorprendió y regocijó de forma inmensa, jamás esperé un galardón de tal nivel, entre varios candidatos fenomenales», confiesa a Granma, caracterizado por la modestia de los campeones.

Con respecto a los primeros recuerdos que acudieron a su mente luego del anuncio, aparecieron los Panamericanos de Ciudad México-1975, cuando ganó bronce, con rotura en los ligamentos externo e interno.

«También rememoré, ya en faceta de preparador, el triunfo en el Mundial Juvenil de Cali en 1992, con seis coronas y dos subtítulos en diez divisiones, donde despuntaron los ídolos de esa década. Asimismo, evoqué mi selección al Salón de la Fama de la Confederación Panamericana de Luchas Asociadas, efectuada tres años atrás».

A esta altura del camino, solo Trujillo puede medir la satisfacción por el esfuerzo cotidiano de asistir cada jornada al trabajo, ubicado a más de cien kilómetros de su casa. «Nunca cedí a las barreras, tracé objetivos y los cumplí poco a poco», expresa, después de incontables momentos de entrega, sacrificio y dolor ante las carencias y dificultades.

Con su proverbial humildad, cristal transparente en el río de su voz, le dedica este agasajo a su patria, a su gigantesco pueblo y a quienes influyeron en su forja. Ocupan un lugar especial en su aprecio la familia y los profesores de la Universidad de Ciencias de la Cultura Física y el Deporte en La Habana y en Matanzas.

Lleva presentes a sus formadores en la pirámide de alto rendimiento, como Raúl Tachín, Domingo Delgado, Roberto Frías y Jorge Cunningham en la Escuela de Iniciación Deportiva, además de Alberto Albesú y otros en la escuadra juvenil de la Mayor de las Antillas.

«Siempre confiaron en mí hombres como Mijaín, Filiberto Delgado y Néstor Almanza; el catedrático Roberto Vichy jugó un rol fundamental en mi crecimiento profesional; mientras Wilmer Lewis tuvo la visión y el respaldo para convertirme en el jefe de entrenadores del equipo nacional.

«Agradezco a la escuela soviética, conocí a un quinteto de preparadores, sobre todo a Serguei Rybalko y Vasily Ivanov, padre de la tradición de los gladiadores en esa tierra. De Bulgaria me brindó enseñanzas Cristo Dikov, y abrazo a un gran amigo, el doble monarca olímpico ruso, el librista Abdulrashid Sadulaev».

El Gigante de Herradura tenía la costumbre de levantar a Trujillo en peso tras cada consagración bajo los cinco aros, y tanto lo alzó, que juntos llegaron a la gloria.

COMENTAR
  • Mostrar respeto a los criterios en sus comentarios.

  • No ofender, ni usar frases vulgares y/o palabras obscenas.

  • Nos reservaremos el derecho de moderar aquellos comentarios que no cumplan con las reglas de uso.