«Mi papá fue quien me embulló por el fútbol. Él es fanático de la Juventus, y me llevaba los fines de semana al estadio».
Alessio Raballo es italiano, país en el que aprendió a vivir el fútbol. Sin embargo, su corazón pertenece a Cuba, específicamente a Songo La Maya, de donde es su madre. Por eso, cuando recibió el llamado de la selección nacional, en marzo pasado, no titubeo en decir que sí.
Con solo 18 años, se perfila como una de las principales propuestas en el futuro. Formado en la cbs Scuola Calcio, academia élite de la Juventus, en Turín, y desde los 12 en la cantera del Torino, podría aportarle mucho a Cuba en la venidera Copa Mundial Sub 20.
Este año jugó la segunda mitad de la temporada en el juvenil del Parma, en condición de cedido. Allí ganó la Serie b, y en 11 partidos anotó dos goles.
Actualmente milita en el Cremonese, de la Serie a. «Tengo la esperanza de poder debutar. Después veré a que carrera puedo aspirar. Aún estoy en formación».
Sobre su futuro, dice que desea fichar por el Real Madrid en algún momento, pues, «como muchos, sueño con estar en lo más alto».
Tras andar por las canchas de Italia, relata que los futbolistas cubanos no se diferencian tanto, más allá del nivel técnico. «He visto que aquí los chicos tienen más garra en el campo».
Sin embargo, tras su acento italiano, Raballo es también uno de esos niños que, en nuestras calles, practican fútbol y que sueñan con estar en la élite algún día.
«Siempre venía a Cuba en mis vacaciones. En ese entonces, iba para el parque a jugar con mis amigos. No me sentía superior a ninguno de los que compartían conmigo. Disfrutaba más estar aquí», recuerda.
«Llevaba los balones que traía conmigo, y estábamos jugando fútbol todos los días hasta las ocho de la noche. Solo paraba porque mi abuela me llamaba a comer.
«Muchas veces me pinchaba en los pies, porque corría descalzo. Allá todos en la cantera tenemos equipamiento, pero aquí era igual a quienes me rodeaban», confesó.
Su debut con la selección fue una sorpresa y, junto a Camilo Pinillo, fueron los primeros jugadores nacidos en el extranjero convocados en casi 60 años.
«Fui contactado por el exdirector Yunielys Castillo. Mi incorporación demoró un poco porque no tenía renovado el pasaporte, pero se dio en marzo de este año», dijo.
«Tener la playera de Cuba es una emoción. Deseo ser el segundo jugador histórico en marcar por Cuba en un Mundial Sub-20», expresó.
La cita en Chile es su primer gran desafío, tras haber jugado solamente el play off clasificatorio a la Copa Oro, y la última ronda de las clasificatorias de la Concacaf rumbo al Mundial de 2026.
«Tengo mucha fuerza, y no veo la hora del primer partido. No sé hasta dónde vamos a llegar, pero estoy seguro de que no vamos a pasear. Queremos hacer historia», expuso.
«Vamos con un buen grupo, y ninguno se cree superior. Solo así vamos a lograr el resultado. El equipo es casi el mismo que se clasificó. Cuando llegué, ya eran fuertes. Estoy aquí para aportar», afirmó.
Cuba aparece enclavada en el difícil grupo d, junto a Italia, Argentina y Australia. Ante el desafío, cuenta que lo asume con valentía, «voy a ir a meter un gol, a hacer lo necesario. Por mi país lo hago todo».
Comentó que «puedo brindar mi experiencia. En el equipo de mayores compartí con Jorge Aguirre, delantero que ha pasado por España y Portugal. Con él se aprende mucho.
«También puedo aportar lo aprendido en Europa. En Chile rivalizaremos con Italia, equipo al que conozco», sentenció.
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