Bello lució el parque Julio Antonio Mella en el estreno de la 64 Serie Nacional. El engalanado bosque de los Leñadores hospedó su apertura, porque allí habitan los actuales campeones, quienes le dieron la bienvenida a Pinar del Río, subtitular de la pasada edición.
La historia del epílogo de la justa anterior se repitió ayer en el primer día de la lid, pues los tuneros vinieron de abajo para asaltar el marcador y defenderlo, con su certera estrategia del pitcheo relevo.
Pero más allá de ese resultado inicial, ha comenzado una campaña inmersa en un importante ajetreo internacional. En el mismo día inaugural, el equipo juvenil cubano, con algunos de sus integrantes inscritos en esta convocatoria doméstica, emprendió rumbo hacia Japón, para asistir al Campeonato Mundial Sub-18; el elenco Sub-23, cuyos futuros miembros abrieron jugando, se prepara, a fin de participar en el Premundial, en Panamá, entre el 27 de septiembre y el 4 de octubre; y el de mayores, con los aspirantes también vestidos ahora con sus franelas provinciales, en noviembre estará en la Copa de las Américas, en México.
Pero no se detendrá por ninguna de esas exigencias competitivas, y eso es correcto y coherente con el esfuerzo de cada provincia, del movimiento deportivo, de los peloteros, para hacer regresar la pelota a las graderías, a las casas, a las escuelas o centros de trabajo. El béisbol no se parará; a la par de las emociones en cada lid internacional, la temporada, con el resto de los protagonistas, seguirá su rumbo hacia los play off de inicios del siguiente año.
Entonces, la 64 Serie Nacional es también la antesala de un calendario internacional que comenzará bien temprano en 2026. Habrá Serie del Caribe en Caracas, en febrero; también Ligas de Campeones de América, y los Juegos Centroamericanos y del Caribe. Lo que hagamos en casa será como el abono para un fértil resultado. Hay que hacerlo bien.
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