El deporte cubano apunta al primer año del ciclo olímpico que recién comienza, con metas ambiciosas enfocadas, fundamentalmente, en la recuperación del terreno perdido en más de una disciplina deportiva.
A grandes rasgos, 2024 fue un año discreto en cuanto a resultados, con las galácticas excepciones de Mijaín y Omara, y las brillantes hojas escritas por varios de nuestros paratletas en los Juegos Paralímpicos.
A París, la comitiva olímpica llevó un propósito de cinco preseas doradas, lo cual quedó por debajo. Aun cuando varias causas externas, como el recrudecimiento del bloqueo económico, comercial y financiero siguieron lastrando las aspiraciones, igual que las más de 240 medidas coercitivas y el daño que le hace a Cuba estar en una lista que no tiene nada que ver con ella, como la de país supuestamente patrocinador del terrorismo, había reservas para cumplir ese fin.
Pero ahora, en este prólogo de 2025 no hay que lamentarse de lo pasado, sino encarar el futuro con la fuerza de nuestro optimismo y con más rigor, para que no ocurran desenlaces inesperados, como los de la capital francesa.
Desde estos primeros días del calendario debemos enfocarnos en encontrar las estrategias y las vías para comenzar a revertir ese panorama. El nuevo año trae en su agenda campeonatos mundiales de deportes fundamentales para la Mayor de las Antillas. Habrá citas universales en las luchas, en Zagreb, del 13 al 21 de septiembre; en el boxeo, en Liverpool, del 4 al 14 de septiembre; en el judo, en Budapest, del 13 al 20 de junio; en el atletismo, en el lejano Tokio, del 13 al 21 de septiembre; y en el voleibol masculino, en Filipinas, del 12 al 28 de septiembre.
Cada uno de estos eventos son un enorme reto para las constantes transformaciones que viven estos deportes en nuestro país, y que necesitan aprovechar cada oportunidad de fogueo internacional para asumir el nuevo cuatrienio.
En este 2025 también tendremos un certamen de diametral importancia, pues los ii Juegos Panamericanos Juniors, en Asunción, Paraguay, brindarán la posibilidad de que parte de nuestra reserva deportiva compita en ellos, con el objetivo de ir evaluando el futuro en las más exigentes reuniones multideportivas
Si algo es imprescindible en la estrategia, en pos de apuntalar el movimiento deportivo, que incluye, y no es un fin menor, el disfrute de la población, es diseñar la recuperación del calendario competitivo nacional, poco a poco, en la medida de las posibilidades, pero conscientes de que los campeonatos nacionales son piedra angular en cualquier perspectiva de resultados internacionales.
Que tengamos la representación internacional con atletas que están contratados en ligas foráneas es una vía, pero no ha de ser la única. Además, por una razón o por otra, los resultados no han llegado tampoco con ellos, en varios deportes.


                        
                        
                        
                    














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