ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Marifélix conquistó el cuarto lugar en el Campeonato Mundial en Manama. Foto: Morejón, Roberto

Dos meses y 16 días después de ceñirse la corona de campeona mundial juvenil, una cienfueguera, armada de todas sus fuerzas y de su tierna –a veces tímida– sonrisa, se apareció en la lid del orbe para mayores. En ese exigente escenario, para una muchacha de 19 años, también demandó respeto y levantó de orgullo a su país.

Marifélix Sarría, la fornida cubana de los más de 87 kilogramos del levantamiento de pesas, la misma que nos hizo vibrar de emoción con su título en los Centroamericanos y del Caribe, en julio del pasado año, en San Salvador, acaba de lograr otra hazaña: conquistó el cuarto lugar en el Campeonato Mundial, en Manama, capital de Baréin.

Ha sido su final feliz de un año que se le pareció a una novela, a la que ella misma le hizo el guion. Se alzó dramáticamente al podio de los Centrocaribe, tras quedar sin preseas en el ejercicio de arranque, para luego vencer a enconadas rivales del área, medallistas olímpicas y mundiales, en el apartado de envión. Lloró, pero jamás claudicó cuando un examen antidoping la encontró positiva, porque confió en su inocencia, y continuó preparándose.

A pesar del distanciamiento, mientras se valoraba su justo reclamo, la razón se impuso, lo que le permitió llegar a España, a fin de ser la mejor entre las juveniles del planeta, y montarse rápidamente en la nave que la llevaría a Baréin.

Allí su cuarto puesto hay que escribirlo con letras doradas. Primero que todo, porque en cada una de sus presentaciones hasta esa cita, se fue superando, como si no le hiciera caso a todo lo que había sorteado en pos de llegar a un campeonato del mundo siendo una niña.

En El Salvador, 112 kilogramos en arranque y 152 en envión, totalizando 264; en el Mundial Juvenil elevó esas cifras hasta 115 y 155, con lo que sumó 270; y en esta justa, ante lo mejor que más vale y brilla del universo de la halterofilia, si bien quedó por debajo en la primera de las modalidades, alzó 157 en la segunda, lo que la dejó en 267.

Entre las mejores del mundo, tuvo que venir desde la séptima posición en la que la habían dejado sus muy discretos 110 kilogramos en la prueba inicial, para casi acariciar un podio al que todavía le faltan, mínimo, diez kilos por elevar.

Como si no bastara, en la lectura de su escritura mundialista, Marifélix fue la única no asiática entre las primeras cinco del concurso, pues la china Li Yan (149 kg-175 kg-324 kg), con marca universal en el arranque; y las sudcoreanas Park Hyejeong (124 kg-171 kg-295 kg), y Son Younghee (118 kg-162 kg-280 kg), coparon la ceremonia de premiaciones. En la quinta plaza ancló Wang Lin-Chen, de Taipéi de China. Las otras dos del continente americano que encontraron un cupo en la decena de vanguardia fueron la canadiense Etta Love Mae y la chilena Elizabeth Pavez, en los sitios siete y ocho, respectivamente.

Esta muchacha –entrenada por Yoani Giniebra– que no deja de agradecer a los entrenadores que la iniciaron; y de esmerada educación y formación desde la familia, es hoy una de las grandes atletas cubanas. No lo es solo por los resultados, sino por su entereza, por las lecciones que nos deja en cada salida ante la barra cargada de kilogramos; esos que levanta alzando, con ellos, a toda Cuba.

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Kevin84 dijo:

1

16 de diciembre de 2024

11:36:31


Felicidades muchachita.