
Pocas veces un campeón le concedió tanto crédito a un integrante de su cuerpo médico como el titular de tenis de mesa en los Juegos Paralímpicos París-2024, Yunier Fernández, quien encumbró la labor de su sicóloga Anel Ruiz Mederos.
Desde niña le gustaba el deporte, pero nunca transitó por el alto rendimiento. Incursionó en la Universidad como portera de fútbol sala, y continúa bajo palos en torneos de La Habana; sin embargo, cada vez mira desde más lejos el sueño de la convocatoria de un equipo nacional.
Aunque apasionada de la actividad del músculo, halló en la mente su ámbito profesional, cuando la enamoró de ese mundo la visita a su preuniversitario de una profesora de Sicología. A mitad de esa carrera definió la predilección por la esfera atlética, y recibió la única plaza disponible para el Instituto de Medicina Deportiva.
«Comencé en 2017, con la esgrima; luego me vinculé a la lucha para los primeros Juegos Panamericanos Júnior Cali-Valle 2021, y ahora me desempeño con el voleibol masculino de sala. Hace dos años asumí el Departamento de mi especialidad, e investigo aspectos como el tiempo de reacción y el control motor.
«En mi maestría propuse un instrumento auditivo para evaluar la concentración de atletas con discapacidad visual ante elementos distractores. Me incorporé a dos proyectos acerca de la fatiga y el dopaje, y pronto colaboraré en Antioquia, Colombia.
«Trato de practicar cada deporte con el cual interactúo, para dominarlo mejor. Incluso entrené la esgrima. Todos poseen particularidades sicológicas, con destrezas específicas, aunque comparten otras como la atención y el manejo emocional.
«El equilibrio y la fortaleza mental resultan fundamentales para demostrar en los eventos las habilidades adquiridas en la preparación. Desde el primer momento, resaltan aquellos con las condiciones de campeón; por ejemplo, Robiel Yankiel Sol transmite esa sensación tanto dentro como fuera del terreno».
Para Anel Ruiz, 2021 regaló oportunidades como la asistencia a los Panamericanos Juveniles en un ambiente agradable. También empezó su historia con las disciplinas adaptadas, hasta que en enero de 2024 le solicitaron apoyar la delegación paralímpica rumbo a París.
«A Yunier Fernández no lo conocía desde antes, pero nos basamos en la comunicación y la sinceridad sobre su vida, sus propósitos y dificultades. Determinamos la necesidad de mejorar el control de las emociones.
«Al inicio buscamos variantes a su forma eufórica de celebrar los puntos, pero en las dos lides de Eslovenia y Tailandia nos enfocamos en elementos externos que alteraban su concentración, como decisiones arbitrales y fallos propios. Trabajamos sobre los pensamientos y el autohabla positivo, para superar esas circunstancias.
«En el debut de Tailandia derrotó al líder de la clasificación global, un triunfo clave para su autoestima. Cuando terminó, salimos a tomar aire y me confesó: “Mi loquera, me has quitado un mito de 16 años sin vencer a los surcoreanos”.
«Como lo observamos actuar, sabíamos que lograría una presea en París. Después de esa contienda, en muchas fotos del abanderamiento y en la Villa señalamos el número uno, o sea, acertamos».
En la capital de Francia la comitiva creó una gran familia y festejaron los resultados de todos, aunque el oro de Yunier le ofreció a Anel su máxima satisfacción, porque requirió su mayor sacrificio.
«Siempre realizábamos visualizaciones previas y también descubrimos un local de relajación virtual. Antes de los eventos cumplíamos un precalentamiento para la atención y la reacción, y luego los entrenadores desarrollaban su labor. Ellos caminaban a través del túnel, hacia la zona de la competencia, y yo iba a las gradas para brindar indicaciones.
«Muchas visualizaciones se asemejaron a la realidad. Cuando preparábamos la semifinal de Yunier contra el italiano Federico Falco, me dijo: “Hoy voy a ganar 3-0”, y le contesté: “¿Puedes creer que no? Vamos a imaginar un quinto set”. Cuando el partido llegó 2-2, estaba listo para ese escenario.
«Con el jabalinista Ulicer Aguilera también previmos casi un espejo de lo ocurrido: marcaría delante en el tercer lanzamiento, después lo iban a sobrepasar y estaría forzado a mejorar su disparo para alcanzar el bronce».
Más allá del rigor del certamen, a la sicóloga le correspondió alentar a miembros de la delegación ante golpes como la pérdida de familiares. «Frente al fallecimiento del abuelo del titular de jabalina, Guillermo Varona, días antes de su presentación, deliberamos sobre la pertinencia de comunicárselo; pero en definitiva le contamos, seguros de su carácter fuerte para asimilar la situación».
En ningún podio entregan medallas para quienes, detrás de los reflectores, contribuyen a forjar las victorias. Sin embargo, Anel Ruiz Mederos exhibe el premio de la alegría y el agradecimiento por su aporte a varias páginas doradas de Cuba en la Ciudad Luz.

















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