«Tiempo al tiempo», esas palabras surgen poco a poco en las pistas, levantadas tras los pasos de Yamel Luis Vives. El primer medallista de Cuba en los recientes Juegos Paralímpicos necesitó mucha paciencia para recibir una oportunidad en la élite, pero apenas dispuso de ella salió «pa’bajo con todo», como si decidiera su vida en una carrera de cien metros.
Alrededor de los diez años incursionó en el atletismo cuando mostró su velocidad en el estadio del municipio de Palmira, en Cienfuegos. Allí lo captó el profesor Angelito. Dueño de un genio natural, nunca cursó una Escuela de Iniciación Deportiva (eide) ni disputó unos Escolares.
Más tarde, en su provincia, disfrutó de la guía de Antonio Agapito Fernández. Entre mayores, conquistó el oro en cien y 200 metros, pues encara ambas distancias con similar pasión y desenvolvimiento.
«El Abierto de Paratletismo de Barranquilla, en 2018, resultó lo máximo, mi primera experiencia internacional. Fue un certamen parejo, con rivales de América, pero lo enfrenté sin presión. Me impuse en mis dos pruebas preferidas, además del relevo 4x100, y me eligieron como uno de los juveniles más destacados del año en el país.
«Viajé a Barranquilla desde Cienfuegos, pues aún me faltaba para llegar al equipo Cuba. Intenté clasificar a los Panamericanos de Lima-2019, pero quedé en el camino. Regresé a mi tierra natal donde me mantuve activo, de ella salí campeón en las dos pruebas en torneos nacionales.
«Esos desempeños me permitieron ascender a la selección de la Isla en 2023. Desconozco por qué me demoré tanto, pero lo esencial consiste en estar y representar a mi pueblo».
A inicios de 2024, con la mirada sobre la meta de París, la ilusión de escuchar su nombre en el Stade de France transitaba, únicamente, por inscribir su crono entre los mejores. Alcanzó su pasaje en los cien metros, con registro de 11.35 segundos, en el Abierto de Suiza.
«También gané por fotofinish el doble hectómetro del Mitin de Marrakech, con 24.12 segundos, pero la distancia acabó fuera del programa en los Paralímpicos.
«En la base de entrenamiento de Pamplona, en España, alancé una gran preparación. Esperaba dos carreras, pero la profesora Miriam Ferrer me anunció que nos presentaríamos directo en la final, sin margen de error, forzado a soltarlo todo para traer un alegrón.
«Me considero un buen arrancador, y en ese instante residía lo fundamental: si fallaba lo perdía todo. A mi lado estaba el brasileño Matheus de Lima, el segundo más rápido de la temporada, en los carriles seis y siete; cuando lo superé ya me imaginaba medallista.
«Siempre prometí entregar el mayor esfuerzo. Traté de remontarle al vencedor y recordista del mundo, el sudafricano Mpumelelo Mhlongo, pero ya nos hallábamos muy pegados a la meta, y resultó imposible: concluí con 11.20 segundos, a ocho centésimas.
«Constituyó mi primera vez en un estadio tan grande, pero no estaba concentrado en el público, sino en obligarlo a fijarse en mí. En la premiación no podía asimilar hasta qué altura me alcé. Además, abrir la cosecha de la delegación fue fenomenal».
Aunque a miles de kilómetros, le colocó la presea en el pecho a su madre: «Le voy a dedicar esta victoria hoy, mañana y siempre, porque me ha acompañado en cada momento. Cuando me pensaba sin opciones de ir a París, ella irradiaba optimismo y me impulsó a pelear cada día. Luego de la competencia, enseguida me llamó, orgullosa.
«Estoy contento con el apoyo de mi familia y de la gente del barrio, me costaba creer el recibimiento en mi pueblo, la cantidad de personas reunidas en el parque por mí. Agradezco a mis compañeros y a mis preparadores. A Miriam la quiero como otra madre, pues la mayor parte del tiempo me encuentro con ella.
«El fisioterapeuta Jorgito y el doctor Eduardo están permanentemente con nosotros. El año pasado sufrí una lesión leve y me ayudaron a recuperarme lo más pronto posible».
«De igual forma, atesoro la suerte de haber compartido con Omara Durand. Ella es mi ídolo y ejemplo. Siempre la admiré, desde mucho antes de coincidir con ella en el equipo nacional».
Después de un merecido descanso, Yamel Luis Vives retornó a los entrenamientos en el Estadio Panamericano, con muchos metros todavía por delante en una carrera que recién comienza, motivada por la búsqueda de más triunfos y el desafío de sus propios límites y marcas.

















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