Mala sensación sobre la cancha de juego dejó la selección femenina de baloncesto en el Centrobasket, celebrado en la ciudad mexicana de Irapuato. El balance de una victoria y tres derrotas la relegó hasta la sexta posición, la dejó sin boleto a la AmeriCup-2025 y, por primera vez en la historia, sale sin medallas en una lid de este tipo.
Tras el triunfo ante el discreto elenco de Costa Rica, llegaron sucesivas derrotas frente a Puerto Rico (campeonas por cuarta edición consecutiva), El Salvador e Islas Vírgenes; un balance totalmente inesperado y lejos de los tiempos de gloria que un día vivió el baloncesto femenino cubano en el área.
Refugiarse en la ausencia de la estelar Isabela Jourdain, del Benfica portugués, sería desconocer las marcadas deficiencias en varios parámetros del juego, con marcado énfasis en la poca efectividad en los tiros de campo, con menos del 35 % de efectividad. Desde el perímetro resultó aún peor, pues fue de menos del 15 %, lo que sumó las constantes pérdidas del balón y, sobre todo, el estado físico grupal que nos pasó factura en cada uno de los cierres de partido.
María Montero y Nahomis Vargas vivieron en Irapuato el torneo que les concede la mayoría de edad con la selección nacional. No obstante, sus buenos desempeños no fueron suficientes para alcanzar el objetivo.
En Cuba, hay calidad técnica y humana para cambiar estos resultados, por lo menos a nivel regional. El primer paso está en recuperar y mejorar el certamen doméstico, ausente en 2024 del sistema competitivo cubano. Sin jugar en casa será muy difícil regresar a los planos estelares que un día tuvimos.
El resultado final en el Centrobasket es una alerta para mirar en profundidad, y con ojo crítico, los destinos de nuestro baloncesto en el sector femenino. La tarea por delante será intensa, pero un país con tradición e historia en el área geográfica no puede darse el lujo de descender hasta una sexta posición.
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