No es noticia en el mundo del beisbol que un equipo de Sudcorea muestre hermetismo desde el montículo, y eso ocurrió ayer, cuando la selección cubana que se prepara para el cercano Premier-12 enfrentó a la plantilla nacional de ese país, en Seúl. La nave de la Mayor de las Antillas no pudo anotarle, y solo pegó tres imparables.
Esa autoridad la impusieron ocho lanzadores, uno más que los utilizados por los dirigidos por Armando Johnson. Al final, solo Rafael Viñales, Lázaro Armenteros y Yadil Mujica pudieron acreditarse jit ante el imperio de las serpentinas sudcoreanas.
Yoannis Yera, el abridor cubano, soportó las dos anotaciones, en tres innings de labor, en los cuales le pegaron tres de los ocho indiscutibles de los adversarios, ponchó a dos y regaló dos boletos. Por cierto, ese par de hombres que entraron en circulación por bolas anotaron las únicas carreras que subieron al marcador.
Detrás de Yera trabajaron siete pitchers, quienes no aceptaron anotaciones. Yankiel Mauris cerró un episodio, con una transferencia; Frank Herrera, también en una entrada, toleró dos incogibles, y nada más; Maikel Taylor culminó un capítulo, con solo un jit; Geonel Gutiérrez sacó dos outs y boleó a un rival; Leodán Reyes retiró a otro y le pegaron un indiscutible, y Frank Abel Álvarez, en el noveno, admitió un jit.
«Hemos preparado a los muchachos para este tipo de rotación, en función de los lances planificados», precisó a Jit el entrenador Pedro Luis Lazo, quien expresó estar satisfecho con los saldos generales de una labor que no se ha alterado en función de la victoria.
Esa propia fuente, desde la sede, dio cuenta de que Yoán Moncada, con solo tres días en Sudcorea y después de un mes sin actividad, dijo haberse sentido bien, seguro de lograr los ajustes necesarios para rendir a la altura de lo deseado. Él ponderó su reencuentro con varios de los compañeros con quienes compartió en el v Clásico Mundial, y aseguró que «me enorgullece volver a jugar para la selección».
Hoy amaneceremos con el resultado del segundo y último encuentro con Sudcorea, pues casi cuando se imprimía esta edición, a la una de la madrugada, los jugadores saltaban al terreno, y Cuba estaba defendida desde la lomita por el brazo zurdo de Darío Sarduy.

















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