ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Yunier Fernández obtuvo el primer oro de Cuba en Lima-2019 y luego en Santiago-2023. Foto: Calixto N. Llanes

«Me quedo con cuanto la vida me ha dado. Me quitó la posibilidad de caminar, pero me ofreció mucho más», confiesa Yunier Fernández como en un saque indetenible contra las sombras del pasado, para un punto a favor de la luz de su presente y futuro.

Practicó beisbol, judo, boxeo, tenis de campo; pero su modalidad de mesa «lo enganchó», y el profesor Martín lo respaldó con la mirada de experto, cuando apreció en él cualidades de saltabilidad y resistencia.

Luego del tránsito por la Escuela de Iniciación Deportiva (eide) y la Escuela Superior de Perfeccionamiento Atlético (espa), en onceno grado prefirió el estudio en un preuniversitario y venció las pruebas para la carrera de Cultura Física.

–¿Hoy contaríamos con un profesor llamado Yunier Fernández?

–Quería especializarme en fútbol, porque me gustaba, incluso más que el tenis de mesa. El curso duraba dos años, pero me faltaron seis meses. Me lancé a una piscina con bajo nivel de agua y sufrí el accidente que me impidió caminar. Tras la rehabilitación volví a matricular, y ya soy licenciado.

–¿Quiénes te animaron a continuar en aquellos momentos?

–Fue un golpe muy duro, a los 20 años. Yo lideraba cualquier grupo y mi nueva condición me afectó un poco, pero mi familia, mis amigos, me sostuvieron para no caer.

«En el hospital Julito Díaz me ayudaron a salir adelante, con la mayor independencia posible. A la Revolución le debo todo, porque nos creó oportunidades de integración. Soy fidelista, mi mamá me inculcó esos sentimientos».

–¿Cuánto le agradeces a tu primer entrenador de paratenis?

–Todo él, Pedro Quintana, me sacó de la cama. Cuando perdí en la Copa 4 de Abril, en Villa Clara, me decepcioné un poco, pero me alentó. Además, me facilitó el trabajo mi experiencia previa en la especialidad, pues poseía una base, solo necesitaba adaptarme.

–Visitemos la estación del recuerdo Río 2007, tu debut internacional.

–Visualizaba un gran desempeño como una posibilidad lejana, pero en esos Parapanamericanos conquisté dos de plata, individual y por equipos, y encontré el máximo nivel más cerca. A raíz de eso, me dediqué a fondo, con más ganas.

–¿Cuánta paciencia requirió tocar el cielo?

–Después de un quinto puesto en Beijing-2008, me ausenté de los Paralímpicos de Londres-2012 y Río-2016, por un sistema de clasificación que exigía participar en varias competencias antes de los Juegos.

«Pero cambiaron las reglas para los atletas de América: intervenir en dos torneos y dominar la cita multideportiva continental. Así, las victorias en Lima-2019 y Santiago-2023 me permitieron regresar a Tokio-2020 y París-2024».

–¿Qué faltaba para el remate de oro?

–Este año tuve la mejor triada médica de mi carrera. No había trabajado a fondo con un sicólogo, y apareció Anell Ruiz, clave en mi resultado. En la otra cara de la luna está mi entrenador y hermano, Rieldis Ortega, quien no se rindió ni paró de animarme.

–Declaraste sentirte invencible al trascender los cuartos de final.

–En esa ronda me eliminaron en eventos anteriores, tenía mucha presión para superarla. Iba sin pronósticos de ganar, pero cuando rebasé ese escalón, se me abrió el mundo.

–No te retiraste en la cúspide. ¿Podemos esperar mucha pelea todavía?

–Esta actividad resulta longeva y, mientras esté en condiciones físicas continuaré, porque quiero trofeos que faltan, como el del Campeonato Mundial, el de los Paracentroamericanos, y retener el título paralímpico en Los Ángeles.

–Háblanos de tu familia y de tu barrio

–Maduré después de forjar mi familia, acompañado por mi madre, mi hermana, mi sobrina, mi mujer, mis niños. La Taconera mía me motiva para cada día, y llevarle felicidad a ese pueblo.

–En Santiago le aseguraste a tu esposa: «quiero el oro», con tanta determinación como pediste la bandera tras la hazaña en París. ¿Amas con igual intensidad a Cuba y a tus triunfos más preciados?

–Aquí ves a un cubano 100 %, mi país es todo.

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