ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

Foto: El economista

Superarse a sí mismo es la esencia de un alto resultado deportivo; pero hacerlo defendiendo a una potencia mundial en las canchas y las pistas, que se edificó e intenta sostenerse sin los cuantiosos recursos que lleva hoy la alta competición, es un reto gigantesco.

No es casual que en los principales escenarios atléticos –entiéndase Juegos Olímpicos o campeonatos mundiales– los países de las mayores economías del planeta sean protagonistas. Tampoco lo es que una nación pequeña como Cuba, a pesar de estar sometida a una economía de guerra, renuncie a continuar en los planos estelares.

Hoy estamos a 137 días de una altísima demanda, los Juegos París-2024, en los que la Mayor de las Antillas se ha propuesto permanecer entre los 20 primeros del orbe. ¿Con qué recursos cuenta? Con su capital humano.

No es fruto del voluntarismo ese propósito, sino resultado de un esfuerzo descomunal de deportistas y entrenadores, y de un rigor científico que, en un ambiente de arcas deprimidas, es una riqueza incalculable. Una ventana de la ciencia, a la que no nos asomamos con frecuencia, es la sicología aplicada al deporte.

Un ejemplo de científico, el doctor Francisco García Ucha, cita a Mark B. Andersen, para apuntalar un concepto meridiano de cara al triunfo: «el enfoque principal de los sicólogos que trabajan en entornos deportivos debiera ser la salud, el bienestar y la felicidad de aquellos a quienes servimos».

El especialista cubano afirma que «los deportistas ofrecen una oportunidad ideal para utilizar ese modelo de trabajo, porque se ponen a sí mismos objetivos establecidos positivamente». Es decir, se plantean lo que quieren, y no lo que no quieren que les suceda.

En otras palabras, esta ciencia busca el mejoramiento humano, no solo del deportista, sino también el de su entrenador, y la de todo el colectivo técnico. Los saberes del médico, del fisioterapeuta, así como los de la observación participante de especialistas del Centro de Investigación del Deporte y los comportamientos estadísticos han de ser nucleados en la preparación y la motivación del competidor. De hacerse correctamente, lo lleva a estados emocionales positivos.

Tanto en la expresión motivacional como en la emocional, el sicólogo es fundamental, porque es el profesional que la encauza hacia el estado deseado del sujeto expuesto a la oposición del rival, a las expectativas de la afición, al estadio lleno y su objetivo supremo de superarse.

Es por eso que el papel del sicólogo, como el del entrenador, es esencialmente educativo, y no ha de limitarse solo a potenciar el rendimiento deportivo. Debe centrarse, también, en el buen ambiente dentro de la organización deportiva. En un contexto como ese, de la Sicología aplicada al deporte, nacen las hazañas y sus héroes: los campeones.

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