ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

«Hemos tocado fondo». Esa fue la impotente reacción del presidente Joe Biden, ante la masacre perpetrada en Kansas, en el desfile por la victoria de los Chiefs, en el Super Bowl.

El hecho es muestra fehaciente de las frecuentes matanzas en Estados Unidos. Al menos una persona murió y otras 21 resultaron heridas, en el Día del Amor y la Amistad, nada menos que en una fiesta deportiva. «Pensé que eran fuegos artificiales», dijo un participante, pero despertó a la realidad, al sentir de 15 a 20 disparos.

El deporte cuenta con millones de seguidores en ese país, tanto en el fútbol americano como en el beisbol, en el baloncesto y en el boxeo, entre otros.

Las familias llevan a sus hijos para disfrutar de esos espectáculos. Pero lo que vieron en Kansas no fueron los valores del deporte, como el respeto, la colaboración en equipo y la amistad. En la masacre, 11 niños de entre seis y 15 años de edad fueron heridos de bala, confirmó la agencia AFP.

Es una epidemia sin sentido, en una nación que permite el acceso a las armas a la población, amparada en la Segunda Enmienda de la Constitución.

Los ciudadanos, por el derecho a la defensa propia, compran variados equipos de guerra en supermercados o los reciben por los servicios de puerta a puerta.

En Estados Unidos, un solo hombre puede tirotear a niños en escuelas, a mayores y ancianos en una cafetería. Aunque es difícil calcular la cantidad exacta de armas en manos de estadounidenses, en 2018, un estudio calculó alrededor de 390 millones.

El deporte no escapa a las estadísticas, 2024 se suma a las más de 200 matanzas que hubo en ese país en 2023.

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